Lecciones de Filosofía. José Biedma López de Úbeda, Doctor en Filosofía y ciencias de la educación (Universidad de Granada, España)
jueves, 24 de mayo de 2012
Tecnología y Metafísica
Antes de ser filósofo o científico, el hombre fue un animal técnico. La acción fue antes que la teoría, el acto fue anterior a su reflexión. La técnica fue la primavera en el gran reloj mundial del desarrollo humano. Las primeras técnicas de fabricación de instrumentos, de uso de enseres, de estrategias de caza o pesca, recolección o cultivo, domesticación, ganadería, construcción de habitáculos, estuvieron seguramente asociadas a concepciones mágicas. Los utensilios se han conservado mejor que las concepciones y creencias que les estaban asociados. Y tendemos a pensar -puede que ilegítimamente- que fueron más decisivos que éstas.
La magia, con respecto a la técnica, representa el análogo de la mitología, respecto de la ciencia. La magia ofrece la expresión imaginativa, y la técnica, la expresión racional del pensamiento en el hacer... saber hacer, un saber hacer que es también un saber producir y formar cosas y provocar efectos naturales: una actividad "poyética". Hoy la técnica se ha reflexionado y organizado sistemáticamente, llamamos a ello tecnología.
lunes, 2 de abril de 2012
El contractualismo de Locke
Este Leviatán no es el monstruo del caos de la mitología fenicia, sino el gigante político de Hobbes que impone orden |
A los elementos que empleaba Hobbes para su modelo de
Estado, Locke añade el problema adicional y fundamental de la revolución; o sea, la posibilidad de que el pueblo pueda
resistirse legítimamente contra los detentadores del poder político. La
reeleboración lockiana del concepto de contrato liquida históricamente el viejo
sistema de dominio, introduciendo criterios de legitimidad para tal
liquidación.
El referente polémico directo de los Tratados sobre el Gobierno es la doctrina patriarcal de Robert Filmer,
más que el Leviatán de Hobbes. Antes
bien, el pensamiento Lockiano parte del mecanismo fundamental de la lógica política
de Hobbes:
“En rigor, nada puede hacer de un hombre un súbdito, excepto una positiva declaración, y una promesa y acuerdo expresos”.
Antes de esta declaración no existe ningún poder político,
sino individuos en el estado de
naturaleza. Sin embargo, el concepto
hobessiano de “guerra de todos contra todos” está ausente en Locke. El “estado
de guerra” lockiano es una perturbación del estado natural regulado por leyes y
motiva el tránsito a un orden más seguro, el del Estado, desde aquel abismo de
muerte y desorden.
Pero para Locke resulta esencial que el poder político no resulte irresistible. Si los poderes
públicos no cumplen con el contenido de las leyes naturales, el
pueblo está legitimado para resistir o rebelarse. La guerra o el desorden
derivados de esta resistencia no constituyen el peor de los males, por cuanto ni
la paz y el orden son el mayor de los bienes. Una paz contraria a la ley natural “consistiría en la violencia
y la rapiña”, mantenida para uso exclusivo de ladrones y opresores. La cueva de
Polifemo en la que Ulises y los suyos no tenían cosa que hacer, sino esperar
para ser devorados por el gigante, ofrece una buena metáfora de un gobierno de
este tipo. Quien gobierna como un tirano según su voluntad particular, y no
según la ley, no sólo pone en peligro los valores de paz y orden, sino que está
violando el contenido normativo del pacto.
Por tanto, en tal caso, son los gobernantes los que se manifiestan como
rebeldes (re-bellare), al sustituir la ley por la fuerza instauran un estado de guerra. Locke instrumentaliza el
binomio guerra-paz (inseguridad-seguridad : muerte- vida), sustituyéndolo por
transgresión-norma.