viernes, 8 de octubre de 2010

Fundamento antropológico de la Filosofía


Aristóteles comienza su Metafísica con una proposición optimista:
"Todos los seres humanos desean por naturaleza saber"
Más adelante dirá en un texto muy comentado que "los seres humanos comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración". Esta traducción de tò thaumázein ("admirari", escribe en latín Guillermo de Moerbeke), por admiración o por el admirarse, me parece más apropiada que la de sorpresa o sorprenderse. La sorpresa es una emoción muy elemental. Los animales también se sorprenden, y se asustan sobre todo, pero el admirar es otra cosa, aunque puede llevar aparejado algo de miedo ante lo desconocido, ante lo misterioso, ante el milagro de que haya Ser en lugar de Nada... El verbo griego "thaumazo" significa mirar con reverencia, maravillarse de algo, preguntarse con curiosidad y extrañeza.

El ser humano es el único animal que se pregunta por sus orígenes, y por el origen del universo en que habita, y escarba los antiguos pantanos buscando restos de sus parientes homínidos, y escudriña con potentes telescopios el orden cósmico, si hay límites y donde están. Cualquier diminuta florecilla, cualquier bichito vulgar nos ofrece un enigma, ¿por qué están ahí?, ¿desde cuándo?, ¿para qué?, ¿qué sentido tiene su diseño?

Está en nuestra naturaleza: no contentarnos con el vivir ahora, con el comer, beber, dormir, reproducirnos... ni siquiera con los saberes prácticos y productivos...

"¿Para qué la luna, papá?" -eso preguntan naturalmente muchas niñas a sus padres. El filósofo y el científico son, en cierto sentido, niños grandes, siguen preguntando durante toda su vida, no han perdido ese sentido de extrañeza y admiración que conmueve al niño.

Los seres humanos no nos conformamos con vivir, sino que buscamos el sentido de lo que fue y será, interpretando también los viejos mitos (v. gr.: ¿por qué fuimos expulsados del Paraíso de las bestias?), "el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos" (Met. 982b), o buscamos sentido formulando conjeturas científicas, hipótesis posibles que luego comprobaremos mediante experiencias si son falsas o verdaderas. El ser humano buscó y buscará sentido en el arte, en la religión y en la ciencia.

Cuando Aristóteles habla de Filosofía se refiere a la Ciencia en general. Los seres humanos hacemos cosas que también hacen los animales, desde luego, como comer, reproducirnos o defecar, pero al filosofar hacemos algo propiamente humano. Jamás hemos visto ni se verá a dos golondrinas conversando sobre el bien y el mal, el sentido de la existencia, o las libertades públicas, si sobran o si faltan... Las golondrinas se comunican, pero no filosofan ni hacen ciencia.

Por tanto, el filosofar nos humaniza, nos hace seres humanos, dotándonos de un horizonte (crítico, racional, universal, utópico, problemático, teórico...) que no es el puro presente de estímulos y respuestas en que transcurre la vida de hongos, vegetales y bestias. Ese horizonte incluye proyectos y propuestas, pero también tradiciones y mitos, prejuicios y saberes venerables, insertos en una lengua que es y no es la nuestra, de la que deberíamos apropiarnos originalmente, interpretándola según nuestro tiempo y sus exigencias.

Al contrario que otras cuestiones, los problemas filosóficos nos compromenten personalmente. Me explico. Uno puede vivir perfectamente, o sea una vida digna y más o menos feliz, sin saber nada de física cuántica o mecánica de fluidos, ¡y sin títulos universitarios! Pero uno no puede ser propiamente un ser humano sin plantearse alguna vez esas cuestiones primeras y finales: ¿cómo distinguir la verdad de la falsedad?, ¿es la libertad una apariencia?, ¿qué es la amistad y qué la distingue del amor?, ¿existe Dios?, ¿qué significa ser persona?, ¿qué o quién soy yo?, ¿por qué el ser humano es en general digno de respeto?, ¿es todo material?, ¿qué es la justicia?, ¿por qué es la democracia el "menos malo" de los sistemas políticos?, ¿por qué decimos que algo es hermoso o bello?, ¿hay alguna diferencia entre lo bueno y lo útil?...

Todas esas preguntas, y muchísimas más parecidas, son preguntas filosóficas. Kant, un importantísimo filósofo ilustrado, dijo una vez que puede que la física o las matemáticas desaparezcan, enterradas por una nueva edad de ignorancia y barbarie, pero que la metafísica (la filosofía que se pregunta por las primeras causas) acompaña necesariamente la vida de los seres humanos y que por tanto la filosofía nunca desaparecerá mientras éstos, mujeres o varones, alienten, o sea, "se extrañen" de lo que es o existe, incluida su propia existencia.

Otro gran genio alemán de la filosofía afirmó que del tipo de filosofía que uno escoge depende el tipo de persona que uno llega a ser. En efecto, si Fulanito piensa que el humano es un animal cuya felicidad mayor se obtiene comiendo y bebiendo, no nos debe extrañar que acabe gruñendo o pareciéndose a un gran tonel agujereado...

Resumiendo. La filosofía tiene un fundamento antropológico por tres razones:

1. No hay vida propiamente humana ni civilización sin filosofía.

2. No hay filosofía sin el desarrollo superior y liberal de la inteligencia humana que busca la verdad y no sólo la satisfacción de necesidades comunes.

3. Los problemas filosóficos nos comprometen humana y personalmente. No podemos eludirlos, así que es interesante tocarlos críticamente y ayudados por la tradición filosófica.

n. b.: El grabado (supra) figura la expulsión de nuestros primeros padres del Paraíso, por Holbein.

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