Desde que el Logos se propone como explicación racional alternativa a la explicación mítica, el problema de descifrar cómo los seres humanos pueden estar seguros de sus conocimientos, es el gran problema de LA VERDAD. Si la filosofía se propone como saber racional dotado de objetividad es que se pretende universalmente válido y, por lo tanto, sus conocimientos deben aportar seguridad a la persona que se apropie de ellos.
El tema de la verdad es el que nos condujo por el camino de la Lógica, precisamente para estudiar cómo el lenguaje nos ayuda a la elaboración de argumentos válidos que versan sobre el mundo, aunque solo con estudiar la forma de la argumentación vimos que no era suficiente para conocer o reconocer qué es lo que quieren decir los hablantes. El ejemplo más claro lo tenemos en la publicidad, que hace un uso abusivo del lenguaje para conseguir transmitir algo más que lo que las palabras dicen por sí solas.
¿Cómo logramos expresar nuestra realidad, lo que nos importa? Efectivamente, nuestros conceptos refieren a la realidad extramental, a las cosas del mundo, pues, de hecho, somos capaces de conseguir movilizar, hacer reaccionar a nuestros congéneres. Pero… ¿estás seguro que los demás te entienden perfectamente todo aquello que tú quieres decir? ¿no crees que hay demasiados malentendidos? Esto puede deberse a múltiples factores: a que tú no sepas expresarte bien, lo cual dice poco en tu favor (en 1º de bachillerato ya deberías tener un nivel cultural suficiente como para que esto no sucediese); a que los demás no sean buenos receptores de tus mensajes y de nuevo deberías revisar tus mensajes porque de ti depende el éxito de tu comunicación; pero existe la remota posibilidad (o no tan remota) de que nuestros conceptos a veces nos traicionen, ¿por qué?
El filósofo presocrático Parménides (vivió en el S. V a. C. en Elea –Italia-), consideró que los seres humanos vivíamos como seres bicéfalos, porque manteníamos a la vez que las cosas pueden ser de una manera y también de otra manera distinta, vamos que no teníamos claro lo que eran las cosas “en sí” y por ello nuestro conocer no se fundaba en la verdad sino, como mucho, en la opinión. Él se propuso terminar con esta situación considerando que si queríamos encontrar la VERDAD, debíamos buscar el SER de las cosas, podríamos decir, su ESENCIA. Parece ser que fue Parménides el primero que habló de esa tierra de nadie y de todos que es la ONTOLOGÍA (Literalmente es estudio de lo que es, pero de manera más general se suele utilizar como aquella teoría o concepción sobre la realidad. Así cuando hablamos de la Ontología platónica, la calificamos de dualista porque expone dos tipos de realidad).
El planteamiento no es malo, pero ¡qué demonios es eso de la Esencia! y ¿cómo encontrarla? Bien, estamos inaugurando dos grandes bloques de la Filosofía:
• La METAFÍSICA, literalmente “más allá de la física” (Es curiosa la formación de este concepto. Se debe al filósofo Andrónico de Rodas que, ordenando, la descomunal obra de Aristóteles, situó una serie de escritos, que habían quedado sin título, después de los escritos que el maestro había dedicado a la Física. Por ello lo de “tá meta ta física”, lo que viene detrás de lo físico).
• La EPISTEMOLOGÍA, que sería aquella parte que se preocupa por saber o estudiar cómo se produce el conocimiento (teoría del conocimiento, también denominada Gnoseología)
De todos modos, tratar de desentrañar cuál es nuestra realidad, cómo somos capaces de conocerla o de transmitirla y qué otras realidades nos acompañan, nos va a ocupar, prácticamente, el resto del curso y tendremos que ir con pies de plomo si es que, efectivamente, queremos llegar a ser sabios
sábado, 17 de enero de 2009
El Problema de la Realidad
Etiquetas:
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