martes, 28 de abril de 2020

BICHOS SOCIALES Y FILÓSOFOS



Termitas atacando un almez. Reticulitermes lucifugus.

Laboriosidad de las hormigas y república de las abejas

Las termitas, aunque son insectos sociales, no han despertado el mayor interés de los filósofos, ¡y eso que son los insectos sociales más antiguos de la Tierra! De los himenópteros sociales (avispas, abejas y hormigas), las hormigas fueron las últimas que aparecieron. Hormigas y abejas fascinaron siempre a la mente curiosa por sus obras colectivas. Las primeras fueron muy alabadas por sus virtudes en la Antigüedad, por Aristóteles y por Plinio, que les dedica un capítulo entero de su Historia natural. No obstante, Aristóteles le reprochó a su maestro Platón[1] haber ideado en su Politeía una ciudad más apropiada para insectos que para humanos, al haber eliminado de su utopía social la propiedad y la familia.

sábado, 25 de abril de 2020

EL ALMA DE LOS ANIMALES




Donald Griffin (1915-2003) fue un eminente zoólogo estadounidense, campeón de la etología cognitiva, es decir, del estudio de la conducta animal inteligente. En 1944 descubrió el sistema de navegación de los murciélagos: ecolocalización. Y se empeñó con razón en probar, durante toda su vida, que los animales superiores son conscientes, al menos en cierto grado.

Efectivamente, no debemos considerar el problema de la conciencia –o de la inteligencia- como una cuestión de todo o nada, blanco o negro, aquejados por el prejuicio de Descartes, el cual, siguiendo la idea del “automatismo de las bestias” del español Gómez Pereira (1500-1550)[1], afirmó que los animales eran meras máquinas sin alma. Mamíferos como los primates o elefantes, o aves como los loros y cuervos, aprenden de la experiencia, interactúan y se comunican mediante expresiones simbólicas y resuelven problemas prácticos.

miércoles, 1 de abril de 2020

HUME Y LO IMPREVISTO

Juegos de azar - Wikipedia, la enciclopedia libre

El filósofo escocés David Hume (1711-1776) se percató de que sólo podemos estar seguros de las afirmaciones lógicas y matemáticas, porque nosotros mismos construimos sus principios. Las ciencias formales dependen enteramente de nuestras ideas, que comparamos y relacionamos entre sí. Sin embargo, los hechos son otra cosa, su determinación depende de incalculables accidentes distintos, imprevisibles para nuestra limitada mente. La idea de un triángulo equilátero es siempre igual a la de otro triángulo equilátero y por eso son idénticas sus propiedades, pero no hay dos estrellas idénticas, ni dos lunas iguales, ni dos planetas, ni dos personas, ni dos virus.