Tres grandes aportes debemos a los griegos de la época clásica (VI-IV a. C.), como invenciones prodigiosas que distinguen la verdadera civilización de la mera cultura: la ciencia, la democracia, ¡y el teatro!
Conforta ver que la gente joven sigue con atención este espejo crítico de la vida propiamente humana: dramática existencia representada, comedia o tragedia; risa o llanto, gustos y disgustos, gustos que exigen duros esfuerzos, o que provocan graves dolores; penas que merecen glorias...
Y el teatro es también verbo bien trabado que humaniza, esa cadena simbólica, ese rosario etéreo del lenguaje. Voz en el tiempo, con significado y, a veces, con más sentido incluso que la vida real. Desde el teatro relativizamos lo que nos pasa, nos distanciamos de la vida cotidiana, vemos entonces con claridad nuestros errores y posibilidades... Los riesgos del vivir.
Los romanos tomaron los géneros teatrales de los griegos, yendo a la Escuela de Grecia, que militarmente conquistaron, pero por la que fueron seducidos sin remedio, pero también -guerreros y hombres de acción- disfrutaban con crueles espectáculos de fuerza bruta, habilidad dramática y práctica, violenta tragedia y muerte gratuita...
Cuando pasé por ese foso de arriba, cubierto de madera entonces, cuando el anfiteatro de Itálica (uno de los mayores del imperio) estuvo activo, aún me estremeció el eco del miedo, del terror que sin duda sintieron fieras y gladiadores, cuando eran forzados a saltar por las trampillas hacia la arena, mientras 25000 personas gritaban alrededor, locas por proporcionarse la oscura y primitiva emoción que ofrece el riesgo, el reto a muerte, el sacrificio por los dioses, y la sangre viva...
1 comentario:
Muy bonito tu resumen, Pepe. Me ha alegrado recordar el viaje siguiendo tus fotos y experiencias. Muchas gracias.
Publicar un comentario