Gestos gráficos de un niño de cuatro años |
El problema del origen
El problema del origen del lenguaje es tan fascinante como insoluble. Se pueden, eso sí, formular sobre este asunto, que compromete nuestra diferencia con el resto de animales, diversas hipótesis más o menos verosímiles.
Los antiguos atribuyeron su aparición a una donación divina. Algo tan maravilloso como la palabra tenía que proceder de los dioses. El orador siciliano Gorgias de Leontini, en su Elogio de Helena, dijo de la palabra que es un poderoso soberano que con un cuerpo pequeñísimo y muy invisible realiza empresas completamente extraordinarias: elimina el temor, suprime la tristeza, infunde alegría. En efecto, la fuerza de sugestión de la palabra se adueña del alma y la transforma, para bien y para mal, pues también se puede usar para mentir, para insultar y hasta como arma arrojadiza.
Las teorías modernas sobre el origen del lenguaje se acomodan e incuban en el evolucionismo y al pensamiento sociológico. Los evolucionistas suelen señalar el origen onomatopéyico del lenguaje, teoría del "guau-guau", o imitativo, o emotivo (teoría puj-puj). Es el caso del niño que llama "papú" al coche por el ruido de su claxon o "puj-puj" a la sopa cuando le produce asco.
El lenguaje es sin duda un producto de la vida en comunidad, únicamente en sociedad el lenguaje pudo nacer y desarrollarse. Noiré subrayó la importancia del trabajo grupal, el lenguaje debería su origen a la necesidad de llamadas de atención cuando se colabora en un trabajo colectivo. El académico soviético Marr enfatizó la importancia de la "clase brujil", así como el carácter esotérico de su invento, el lenguaje como instrumento de poder y símbolo de superioridad.
Puede que todas estas teorías representen diversos factores compatibles que confluyeron correlacionalmente en la génesis de los idiomas humanos.
Ángel Amor Ruibal hacia 1920 |
LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE DE AMOR RUIBAL
El destacado filólogo, filósofo y teólogo Ángel Amor Ruibal (1869-1930) se empeñó en reconstruir una lingüística integral moderando todo extremismo y exclusivismo mediante una convergencia diacrítica, buscando un punto medial que conectara originalmente con el clasicismo aristotélico-escolástico que, sin embargo, confuta como sistema. Hace "Filología comparada" que significa para su autor: lingüística, glotología y ciencia del lenguaje (Sprachwissenschaft).
Enfrentado al problema de la cientificidad de la "ciencia" del lenguaje relativiza tanto el positivismo como el trascendentalismo sosteniendo: 1) que toda ciencia no es ni sintética ni analítica, sino ambas cosas, ya que el a priori y el a posteriori se condicionan mutuamente; 2) que la ciencia del lenguaje no es ni ciencia pura del espíritu ni ciencia de la materia, sino que se halla de acuerdo con su objeto en los confines de ambos mundos, el material y el espiritual; 3) No por ello es ciencia mixta, sino histórico-comparativa y su objeto es algo psicológico y físico a la vez; y 4) la ciencia del lenguaje contiene tres momentos correlativizados: el momento empírico (descripción), el momento filosófico (abstracción) y el momento sintético-histórico (causal-trascendental).
La ciencia del lenguaje es ciencia porque está dirigida por principios propios generales, estudia sistemáticamente la naturaleza individual de los idiomas y está subordinada a las teorías legítimas de la filosofía, la psicología, la antropología y la historia.
Respecto a la determinación de qué sea el lenguaje, Amor Ruibal relativiza y media entre los dos extremos: el empirismo de los paleogramáticos y el psicologIsmo de los neogramáticos como Saussure y Jerpersen. Concluye 1) que subjetividad y objetividad son dos aspectos inseparables del lenguaje, 2) el lenguaje consiste esencialmente en una relación de sonido y sentido en orden a decir algo, 3) es un todo individual compuesto de elementos (materia) en relación (forma, estructura), 4) los elementos que componen el lenguaje están representados por las raíces en cuanto significativas de ideas determinadas y determinables.
La determinación relativa o referida de estas "ideas remáticas" queda a cargo de demostrativos relacionales. La generalidad de la raíz es concretada y diferenciada por los determinativos, es decir, por los sufijos. La raíz expresa el sentido general, el sufijo interpuesto entre la raíz y la desinencia final sirve para concretar el significado.
En el estudio de la Lengua (ley regidora del lenguaje) Amor Ruibal media entre la solución "analogista" y la "anomalista". La analogista entiende que cada idioma está regido históricamente por una armonía lógico-fonética(*); según la teoría anomalista, no existe tal analogía, sino anomalía. El analogismo acentúa la "naturalidad" del lenguaje, el anomalismo su "artificialidad". Es el viejo problema planteado por Platón en el Cratilo: ¿es el lenguaje phisei o thesei? ¿ratione o consetudine? ¿naturaleza o convención? ¿lógos o uso (Wittgenstein)?
Amor Ruibal responde: En el lenguaje no existe ni una absoluta proportio o aequalitas ni una mera inaequalitas, sino que ratio (logos) y usus (consuetudine) lo conforman en su correlatividad (el sistema maduro del filósofo gallego se llamará correlativismo). El lenguaje es ocasionado, como el conocimiento, por las cosas y sus aspectos de acuerdo con las relaciones subjetivo-objetivas que originan el diverso enlace relacional de sonido y valor (sentido).
Sólo podemos entender el ser relacional del lenguaje en su horizonte genético-histórico, en su devenir, in fieri. Sin descuidar la situación de lo ya gestado (in facto esse o in esse), su contexto, su lugar en la vida (Sitz im Leben).
En su origen los sonidos no son meras convenciones, pues el hombre primitivo parlante no se hallaba indiferente para la elección de cualquier sonido, aunque una vez gestada la palabra pueda transformarse a su modo en cualquier idioma a cuya estructura habrá de acomodarse. En su génesis el lenguaje es natura naturans; pero una vez gestado es natura naturata. El noûs (entendimiento) imprime su marca en las "estatuas vocales" (Demócrito) del logos original. Como natura naturata el lenguaje ya constituido es fundamentalmente lógico. Ahora son ya las palabras las que imprimen su huella en el pensamiento (o lo dificultan). En el lenguaje ya gestado el logos original queda vencido por el uso y la costumbre, ya no es naturaleza (physis), sino arte e instrumento.
Desde este punto de vista dinámico el dilema entre la filosofía del lenguaje existencial de un Heidegger y la perspectiva analítica de Wittgenstein queda disuelto o tratado como pseudo-oposición porque ambas filosofías refieren al lenguaje desde diversas perspectivas complementarias. El lenguaje es, a la vez y en correlación, energeía (physis) y ergón (uso). Es tan original como convencional. Es desde luego posible "arrancar su génesis" explorando sus etimologías, como ensaya Heidegger, o dilucidar los Sprachspiele (juegos del lenguaje) del ordinary lenguage ya formado y confirmado por la costumbre, como pretende Wittgenstein.
"En su origen, los sonidos orales, cualquiera que sea la teoría que se sostenga sobre la lengua primitiva, tienen un fundamento real, pero no fueron impuestos los nombres en las cosas de una manera totalmente arbitraria, ni hoy mismo existe lengua alguna en que las palabras no respondan a la esencia, cualidades, etc. de los objetos, o no expresen al menos algo con ellos relacionado que justifique la denominación" (II, 348) (1).
Esa "naturalidad" del lenguaje es relativa. Muestra que el lenguaje no es puro arbitrio. El lenguaje primitivo es "más bien" natural y el ya formado "más bien" artificial. "Natural" y "artificial" son respectos de la fundamental relación originadora del lenguaje, que copia análogamente pero también transforma e inventa. El lenguaje no es por tanto ni innato ni creado, ni del todo inventado, sino producido, producto típicamente humano, que define al hombre, o es su casa, como decía Heidegger, por ser su acto físico-psicológico especial.
El lenguaje expresa creativa e inexactamente nuestra relación con el mundo. No manifiesta el ser de las cosas ni son las palabras mímesis de las cosas. Al lenguaje le es tan esencial el carácter definitorio como el elemento figurativo, descriptivo, no definitivo. El lenguaje es "un simbolismo fonético manifestativo de la vida psíquica y sus diversos actos": sensitivos, perceptivos, afectivos, intelectuales y volitivos. La elección tiene su papel a la hora de optar por una u otra nota entre la multitud que el objeto estimula en el sujeto.
El lenguaje cualifica la realidad, en el sentido de que son las cosas individuales, reales, las que "determinan su propia designación, atendidas las cualidades más salientes que presentan al que les impone un nombre", esto es, las que el sujeto cree más importantes.
El lenguaje significa el concepto objetivo mediante el objetivo, y viceversa. Es por ello una colección de pseudónimos combinados de carácter universal pero motivados por la realidades singulares. Pudiera decirse que las palabras "reflejan" los objetos, pero sólo a través de las fuerzas del espíritu que los traduce en sonidos. Se podría decir con A. Schaff que es una copia teñida de subjetividad.
Se trata, en fin, de una relación históricamente desarrollada entre voz [o grafema o lexema] y concepto de carácter fáctico, no natural, que corresponde al carácter de signo arbitrario que el lenguaje posee. Como Chomsky, Amor Ruibal sostiene que la facultad de hablar (sermonis potentia) es natural, pero eso no implica que el signo lingüístico no sea inventado y arbitrario. Siguiendo a Gregorio de Niza, Ruibal distingue la potencia para el discurso, que Gregorio piensa como don divino, de la inventio verborum singulorum ad rerum significantiae usum, que procede de nosotros y es artificial.
Según la teoría ruibaliana del fonetismo o teoría de los sonidos fonéticos, las expresiones fonéticas son en el fondo signos, imitaciones de sonidos o expresiones de sensaciones. Tal vez pudiéramos decir que, en este sentido, son indistinguibles del gesto (suspiro, gemido, ronquido, gruñido...), su substrato radical de significación concreta de reacciones corporales, sensibles, que sucesivamente obran como materia común susceptible de ser modificadas o transfiguradas al caso de cada situación. Elementar-correlacionismo, ya que toda palabra dice radicalmente un elemento, la idea atómica expresada en su raíz, y una relación mediante demostrativos que relacionan el elemento. Sin embargo, no cabe pensar que la raíz nos pudiese dar algo así como su esencia genuina pues juega ya en el lenguaje generado com pura abstracción de contenido indeterminado, inconsciente. Los gérmenes vivientes se han transfigurado al asimilar los términos de relación.
No obstante, el filósofo gallego no incurrre aquí en un relacionismo puro, ya que los demostrativos y desinencias relacionan son raíces lingüísticas. Hablamos de una correlación viva y dinámica, en proceso, in fieri. Elementos y relaciones conforman la trama indivisible de la palabra.
Seguramente, como indica Ortiz-Osés la distinción elemento-relación esté pensada sobre la clásica de materia-forma, cuyo significado metafísico Amor Ruibal pretende superar a base de una intelección funcional (correlacional). En su reflexión sobre el lenguaje descubre el modelo que proyectará a la realidad toda en su metafísica correlacionista. Las realidades constituyen un sistema de elementos-en-relación. O, dicho de otro modo: cualquier realidad consta de elementos opacos en relaciones de sentido, de modo que la realidad inmediata es siempre para nosotros (quoad nos), es decir, mediata.
No son pues los extremos, términos o elementos, sino su mediación o relación lo digno de ser pensado y meditado. Lo que fue principio metodológico de su obra filológica será en sus Problemas fundamentales de la filosofía y el dogma principio ontológico de relatividad o de comunicación. En la hermenéutica de Amor Ruibal entendimiento y lenguaje no son causados, sino condicionados y ocasionados por la realidad. Toda interpretación expresa una realización ocasionada y condicionada por una experiencia. Interpretar es el modo originario de decir las relaciones en que naturaleza y cultura (idealidad) se conjugan. La interpretación constituye la expresión libre (humana) de una impresión de realidad (2).
De la filología a la filosofía
De acuerdo con Ortiz-Oses la obra filosófica de Amor Rubial es uno de los pocos textos que da continuidad al hilo de la tradición filosófica hispana a la vez que hace suyo el problema y asunto fundamental de la filosofía del siglo XX: el lenguaje. Es sucesor del eclecticismo ilustrado español de los siglos XVIII y XIX, de Balmes (**), conservador, pero no tradicionalista, entroncado en el "espiritualismo ecléctico" francés del finales del XIX que desemboca en el modernismo del XX y hunde sus raíces en el romanticismo alemán.
El modernismo filosófico y teológico del Magister compostellanus equidista tanto del tradicionalismo como del ideal revolucionario. Ortiz-Oses defiende la mentalidad "genética", es decir, conservadora-progresiva, de su correlativismo hemenéutico.
Abellán llama al sistema del canónigo gallego "correlacionismo" y considera a Amor Ruibal uno de los filósofos más sugerentes e interesantes de nuestro siglo XX. Llevó una vida solitaria, desconectado de los círculos culturales, un estudiar y pensar independiente que, por desgracia, no dejó discípulos. Murió a los sesenta y un años atropellado por la bicicleta de un carpintero, dejando su obra inconclusa. Estudió las lenguas indoeuropeas y las semíticas, sobresaliendo tanto en erudición como en capacidad de síntesis. Hacia 1890 había compuesto en latín una gramática sirio-caldea, premiada en un certamen berlinés. A su papel como filólogo y metafísico hay que sumar su labor como traductor (***), canonista e historiador de las ideas.
En filosofía escribió una obra inmensa que dejó sin terminar: Los problemas fundamentales de la filosofía y el dogma (6 vols. 1914-1922). Los volúmenes VII-X fueron editados en 1933-1936, el tomo XI son los Cuatro manuscritos inéditos que publicó Gredos en 1964. La introducción a su pensamiento o crítica del pensamiento anterior ocupa más de seis volúmenes y sólo en el VII se atreve Amor Ruibal a exponer el propio sistema.
Ruibal sostiene en los primeros volúmenes que platonismo y aristotelismo son irreconciliables y que a ello se deben los problemas de interpretación del dogma y el fracaso de la Escolástica, que decayó en un sincretismo incoherente. Por eso se propone la reconstrucción de una auténtica "filosofía cristiana" (3).
En su personalísima concepción de la totalidad, la relación absorberá al resto de las categorías, a las sustancias y a los accidentes. Concebirá el universo como un sistema de seres en relación y a cada ser sensible como un sistema de elementos primarios relativos, entramados resultantes de un conjunto de relaciones. La sustancialidad no es más que relatividad trascendental. Los sistemas sustanciales individualizados no son autónomos, sino eslabones de conjuntos más amplios. Todo ser finito es ad alium, para otro.
La filosofía de Amor Ruibal recuerda a Leibniz al sostener un dinamismo universal, "todo ente es esencialmente activo", que le lleva a un evolucionismo perfectivo (ortogénesis) con dirección y sentido providencial. Considera no obstante que la teoría del dinamismo de Leibniz, con base medieval, no puede sostenerse, pues "convierte a los seres en actividad pura, suprimiendo la potencia, y también, en consecuencia, la razón de causalidad de los seres entre sí" (4).
Sobre el dinamismo correlativista de Amor Ruibal, también puede leerse "El correlacionismo en Amor Ruibal": nuestra entrada en A PIE DE CLÁSICO.
Notas
(*) Esta consideración del lenguaje emparenta o recuerda la teoría del ding-dong que sostiene que el hombre primitivo hacía corresponder a cada impresión recibida del exterior una determinada expresión fónica en consonancia con aquella, del mismo modo que al ding de la campana de un reloj sigue el dong correspondiente (J. Barrio y O. Fullat. Filosofía, Eidos, Vicens-vives, 1978).
(**) "No hay en el hombre criterios de verdad enteramente aislados. Todos están en relación; se afirman y completan recíprocamente", Balmes, Filosofía Fundamental, cap. XXXIV, Ep. 338. En Emilio López Medina, El sistema filosófico de Balmes, oikos-tau, Barcelona 1997.
(***) En 1900 tradujo un opúsculo de P. Regaud, Principios generales de lingüística europea, al que añadió una Introducción de 137 pgs., adelanto de su gran obra Los problemas fundamentales de la filología comparada (1904-5), que fue traducida al italiano, holandés, húngaro y alemán. Se ha perdido el manuscrito de su edición del texto asirio con versión castellana del Código de Hammurabi, así como sus Gramáticas comparadas de las lenguas indoeuropeas y semíticas. Hasta su muerte no dejó de interesarse por la filología y sus páginas de filosofía y teología están sembradas de escolios etimológicos y semánticos (v. Gonzalo Fdez. de la Mora. Filósofos españoles del siglo XX, Planeta 1987).
(1) Los problemas fundamentales de la filología comparada (2 vols., Santiago 1904-1905).
(2) Andrés Ortiz-Oses. "La filosofía del lenguaje de amor Ruibal". Separata de ARBOR, revista general de investigación y cultura. Madrid 1973.
(3) José Luis Abellán y Luis Martínez Gómez. El pensamiento español de Séneca a Zubiri, UNED 1977.
(4) Ángel Amor Ruibal. Cuatro manuscritos inéditos (228), Gredos, Madrid 1964.
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