jueves, 13 de junio de 2024

UTILIDAD DE LA MENTIRA

 

3 mayo 2021. Foto JBL

Sostuvieron los utilitaristas que la mayor acción es la que conforma y satisface a un mayor número de personas, pero no todos hicieron de la utilidad un criterio de verdad. El pragmatismo usamericano sí: un aserto es verdadero si sus consecuencias prácticas son beneficiosas y eficaces. Charles S. Peirce, William James y John Dewey desarrollaron a finales del XIX y principios de XX esta idea.


LO ÚTIL Y LO PREFERIBLE

 A finales del siglo pasado, discutía virtual y virtuosamente un ingeniero JC, metido a filósofo materialista, sobre esta cuestión de si se puede reducir la verdad a utilidad. El sostenía crudamente que sí, yo públicamente le contestaba epistolarmente (arreglo el "emilio" de entonces muy ligeramente):

Queridos lister@s tod@s:

        De verdad que siento que toda su biografía intelectual [la de JC] haya estado presidida por un error tan de bulto, por una simplificación tan flagrante: la confusión entre verdad y utilidad, ecuación moralmente repugnante y filosóficamente injusta. Justificaré por qué arremeto contra un pragmatismo extremoso en epistemología.

No se preocupe, entre los filósofos profesionales también hay insensatos: de hecho, como insinuó Cicerón, no hay filósofo famoso que no haya dicho alguna vez alguna estupidez monumental -y yo desde luego soy de los que recuerdan haber formulado muchas más de una-. Todos somos aprendices; siempre estamos a tiempo de mejorar..., aunque también de empeorar.

Pero si fuera vd. filósofo profesional, hubiera aprendido de la Ética Nicomáquea de Aristóteles que tres son las especies de lo preferible: lo útil o conveniente, lo hermoso o bello, y lo agradable o placentero. Ya ve que en este análisis de lo preferible, no aparece la verdad por ningún lado.

¿Por qué va a ser preferible la verdad a la mentira? La historia y hasta la biografía de cada uno de nosotr@s demuestran lo contrario, el poder, la eficacia de la mentira. El Estagirita tendió a desontologizar la verdad, considerándola simplemente un atributo cualitativo del logos, no del ser. Hizo bien. La verdad es una relación favorable, coherente, congruente o adecuada, entre lo que decimos o pensamos y lo que hay o sucede. Su utilidad o inutilidad es impertinente. La verdad de la tesis "un día moriré" no precisa de ninguna utilidad para ser verdadera; la verdad de la tesis "los flamencos tienen pico y plumas", tampoco. Podría inventarle millones de estas verdades de dudosa utilidad.

Y sin embargo, se suele mentir porque es útil. En efecto, amigo Juan Carlos, nada más útil que la mentira, la falsedad, la sinrazón, la brutalidad, la violencia (estas ultimas, por desgracia, desgracia moral, muchas veces)... Observe que todas las fronteras han sido trazadas a golpe de cañonazos.

Se puede escribir un tratado sobre la utilidad de la mentira. Lo ensayó Jean François Revel en El conocimiento inútil que empieza así:

       «La primer de todas las fuerzas que dirigen al mundo es la mentira»

La mentira con todos sus disfraces: la ocultación, la deformación, la manipulación, la resistencia a la información, el autoengaño acomodaticio, el ocultamiento, bulos, fakes... De todas estas especies de la falsedad hay en el mundo más adictos que de cualquier otra droga. Hacemos mal, muy mal en mentir, obramos contra la humanidad, pero lo hacemos por utilidad o por placer.

La importancia histórica de la sinrazón es indiscutible, pero no sólo porque los hombres prefieran las mentiras que les convienen a las verdades que les duelen... ¿Qué sería por ejemplo de la buena educación y las buenas relaciones sociales sin el disimulo y la hipocresía, formas veniales de falsación y mentira? De hecho, los hombres no han actuado tan de acuerdo a sus intereses y utilidades como presupone el zafio materialismo de nuestra época plebeya, dominada por el hercúleo ingenierismo, por la simiesca ingeniosidad y el grosero hedonismo de masas, o de públicos, que diría Gabriel Tarde. Muy al contrario, los humanes no dejan de dar muestras de un idealismo desconcertante y de una inteligencia claramente contraria a sus conveniencias objetivas, cuando discuten como bellacos y guerrean sin parar, pero también cuando entregan su tiempo a satisfacer inutilmente sus curiosidades sobre relaciones ajenas o sobre el sexo de los ángeles.

El periodismo contemporáneo, o sea, el efecto publicitario de un invento tan popular como la imprenta o tan innovador como la Red de redes, sabe perfectamente estas cosas que usted soslaya. Cualquier periodista que se precie no deja que los hechos le estropeen una buena noticia, y cualquier "creativo" (publicista) con futuro adopta como máxima práctica el principio según el cual los hechos y las razones no deben estropear un buen espectáculo o un sugestivo reclamo.

Supongo que usted entiende la rutina de mi razonamiento 'a contrario': Si la mentira puede ser perfectamente útil, la verdad podrá ser inútil del todo.

Tinta y acuarela, Enero 2021 JBL



GRADUALISMO PLATÓNICO

Respecto a ese admirable descubrimiento suyo de que la contemplación cristiana de Dios es un plagio descarado del paraíso intelegible de Platón, de su Reino inmortal de las ideas, objetaré un par de razones. 

Es evidente que Platón tenía una concepción religiosa del alma heredada del orfismo-pitagorismo. Pero asume su creencia como tal creencia, a sabiendas de que carece de certidumbre al respecto o de demostraciones concluyentes. Acepta la creencia en el más allá como una "apuesta dichosa", casi como una impostura útil. Piense en su defensa de la religión como un "fraude piadoso", como una ficción socialmente beneficiosa... Se parece esto a la frase que se atribuye a Napoleón de que sostener a un cura le resultaba más barato que alimentar a cinco policías para mantener el orden público.

He dedicado cinco años de mi vida profesional -un doctorado- a la investigación de la noción de verdad en la primera dialéctica de Platón -esto desde luego no me exime de decir tonterías al respecto-, pero, créame, el concepto platónico de verdad no es tan simple como usted lo expone. Sí le diré que la versión escolar del platonismo -neoplatónica, cristianizada, "para masas", como dijo Nietzsche- deja mucho que desear si se lee al maestro sin prejuicios y en su idioma. Epistemológicamente hablando, Platón fue más bien gradualista, mejor que dualista, su noción de verdad va desde la doctrina mística de la anámnesis (recordatorio de verdades olvidadas, conocidas en una vida anterior), pasando por el consenso político, por la opinión verdadera (la opinión capaz de dar y recibir razón de sí), hasta la afinidad como reconocimiento de la congenialidad entre la mente humana y la del mundo. La verdad platónica entraña visión de conjunto (clasificación dialéctica) o "sistémica" (sinóptica), un complejo juego de formulación y destrucción de hipótesis, etc... 

Le recuerdo que, para el divino ateniense, la Verdad no es el universal máximo ni el principio incondicionado (anhipotético) del orden ideal, sino un trascendental dialógico subordinado a la Idea de lo Perfecto, que es un principio metarreal o hiperreal que no sólo incluye lo que hay, sino tbn lo que puede o debe haber. La Idea del Bien es un potencial creador abstracto al que Platón ni personaliza ni diviniza del todo, aunque lo considere lo más dichoso y lo inmortal...

Lo más fácil para sentirse importante descalificando a un gran autor, Platón o Wittgenstein, es hacer como aquel cura de Ortega que simplificaba las posiciones del oponente dialéctico para atacarle mejor. Es lo que suelen hacer los filosóficos diletantes con ambiciones publicitarias. Confío en que usted ansiará un poco más la profundidad que el exabrupto.

Ciertamente ya hace usted preguntas profundas: "Si a la verdad le quitamos la utilidad, ¿qué resta?". Arriesgaré una respuesta provisional a su cuestión: La posibilidad del orden, la voluntad de armonía.


No hay comentarios: