jueves, 20 de febrero de 2025

EXISTENCIA Y REALIDAD


"Existencia es la circunstancia de que 
algo aparezca en un campo de sentido"

Markus Gabriel


EXISTENCIA 

Los sabios de la Escuela de Neántica se preocupaban por el estudio de la Realidad y tenían por banal la Existencia, al ser esta, la existencia, irracional, efímera y contingente. Lo real les ofrecía más garantía de estabilidad que lo existente, por ejemplo los dinosaurios, son tan reales que se ha montado una enorme industria produciendo sus figuras en distintos materiales, sobre todo de cara a servir de juguetes infantiles, pero todo el mundo sabe que los dinosaurios no existen. 

Tales eruditos –no los dinosaurios, sino los ingenieros "neánticos"– fueron un invento del genial matemático y cuentista polaco Estanislao Lem. Olvidémonos de los sabios neánticos para decir que en el lenguaje común "lo que existe" se opone tanto a "lo fantástico" (las sirenas) como a "lo ideal" (la belleza).

La noción de existencia o el verbo existir, según el filósofo Francisco J. Fernández, son creaciones medievales, de la Baja Edad Media. Eso explica este autor en su artículo "De lo categoremático" (El fantasma de la deixis, Algorfa 2024). Tal idea de existencia en general surgió para precisar que había cosas pensables que también existían de hecho, con especial atención a Dios, Sujeto de los sujetos y Sustancia primera por antonomasia. Tal noción venía a decir que se daba ahí fuera, en el espacio tiempo (o en la eternidad) la presencia de algo o Alguien. Anota Francisco que todavía en el siglo IX, en plena corte carolingia, el término "existir" no estaba definitivamente asentado y cita al respecto el famoso artículo de Fredegiso de Tours Sobre la sustancia de la nada y de las tinieblas.

La palabra "existencia" procede del latín "con cierta prehistoria griega"; "el verbo 'existere' significa surgir, emerger. Traducida literalmente, la palabra significa erguirse, alzarse hacia fuera. Lo que existe, se alza para mostrarse, se distingue de otros objetos mediante sus propiedades" (*). Markus Gabriel asocia estrechamente su concepto de existencia al de aparición en su ontología pluralista de los campos o ámbitos de sentido, asociados dichos campos, e incluso reductibles, a áreas de lenguaje (Por qué el mundo no existe, 2., 2015).

Nicolás Abbagnano define la existencia en general como "cualquier delimitación o definición del ser, es decir, un modo de ser delimitado, definido". Más particularmente suele usarse el cocepto de existencia como modo de ser de hecho. Si precisamos la existencia como modo de ser "real" mandaríamos ipso facto a sirenas, a centauros, a Caperucita Roja, a Homer Simpson y a todas las criaturas imaginarias, fantásticas o míticas, al baul de las irrealidades, pero también declararíamos irreal la Justicia, e incluso irreales serían los dinosaurios, de los que sabemos que ya no existen, aunque puedan ser difinidos y cuenten por consiguiente con esencia, o con razón de ser, en los diccionarios y en los tratados de biología.

Los llamados "existencialistas" propusieron un significado aún más restringido de la noción de existencia, pensándola como modo de ser propio del humano. Luego volveremos sobre esto...


DIVERSAS & RELATIVAS "EXISTENCIAS"

"No es el tiempo el que pasa, 
sino que es la existencia de lo transitorio lo que pasa en él"
Kant, CRP, B183

Los escolásticos distinguían entre una existencia en el entendimiento, la del ser inteligible, y otra real, real en sí, como la existencia de la sustancia (ardilla, mesa, montaña...), existencia en sí, o en otro, como la existencia accidental, por ejemplo la de los colores y sabores.

En Matemáticas sólo existe verdaderamente lo que no se contradice. Incluso un problema existe cuando su posible solución no implica contradicción. Hay (o existe) un Teorema de Existencia que es modelo de prueba rigurosa, la de que hay una solución. Esta forma verbal impersonal "hay" ("Hay bebida para llevar", "hoy hay paella") expresa con su encastrado deíctico "y" (allí) muy sintéticamente la existencia de cualquier cosa. Este es un buen ejemplo de que el español es un idioma sintético, mientras que –como dejó dicho Eugenio d'Ors–, el francés es más bien analítico. El español también engrana el sujeto en el verbo gracias a la diversidad terminal de sus formas personales (jueg-o, jueg-as; yo, tú).

Frente al formalismo matemático de Hilbert, los intuicionistas (Brouwer, Heyting) toman como criterio de existencia matemática la posibilidad de la construcción. Según Abbagnano, tales criterios de existencia no tienen sentido fuera de las matemáticas. En física, en efecto, la existencia se asocia a la posibilidad de observación, mientras que en las llamadas "ciencias morales" se determina de modo bien diferente: una ley existe cuando ha sido formulada, aprobada y promulgada. En Economía, es la estadística la que confirma la existencia (meramente probable) de un hecho.

Carnap distinguió entre la existencia como problema interno de cada campo de sentido y el problema externo de la existencia misma. Lo de la existencia dentro de un campo de sentido ha sido explotado por Markus Gabriel recientemente. La existencia de un determinado número primo es un problema interno de la matemática, pero la existencia o realidad de los números es un problema externo. Yo diría que metafísico. Pero para Carnap se trata más bien de un pseudoproblema. 

Willard Van Orman Quine ha desarrollado su teoría del compromiso existencial u ontológico. Argumenta que una teoría debe comprometerse ontológicamente y admitir la existencia de todas aquellas entidades que son indispensables para explicar y entender el mundo, o el trozo de mundo a que dicha teoría refiere, o sea, el "ámbito objetual" al que refiere. Markus Gabriel afirma que algunos "ámbitos objetuales" son sólo "areas de lenguaje" o pura palabrería. El profesor de Bonn, partidario del Nuevo Realismo, pone como ejemplo todo lo que se escribió sobre la brujería en las bulas papales, pura cháchara de supersticiones y errores. Obviamente, nosotros podríamos salvar estas "áreas de lenguaje" erigidas en ámbitos objetuales por su valor artístico, caso de ciertos bestiarios medievales o de El País de las Hadas, por ejemplo. 

La teoría del compromiso existencial de Quine significa que si una teoría científica requiere la existencia de ciertos objetos, propiedades o conceptos para ser coherente y funcional, entonces debemos aceptar la existencia de esos elementos. Quien introduce el criterio de la indispensabilidad: sólo debemos comprometernos ontológicamente con aquellas entidades que son necesarias (indispensables) para nuestras mejores teorías científicas. Por ejemplo, puesto que las matemáticas son indispensables para la física, debemos aceptar la existencia de entidades matemáticas.

Sin embargo, el gran pedagogo usamericano John Dewey definió la metafísica precisamente como "conocimiento de los rasgos genéricos de la existencia". Más recientemente, para Markus Gabriel, Existencia es "la propiedad de los campos de sentido de que en ellos aparezca algo" Para este autor la existencia es cuestión de contexto... 

"Si negamos que algo exista, lo que negamos es que aparezca en determinado campo de sentido, y sin arriesgarse a una contradicción, podemos decir al mismo tiempo que aparece en otro campo de sentido (...) Las declaraciones de existencia, ya sean positivas o negativas, se refieren siempre a cierto campo de sentido o a algunos, pero nunca a todos los campos de sentido, y menos aún a un campo de sentido que lo abarque todo, la existencia es siempre relativa, es decir, en relación con uno o más campos de sentido (...) Existen realmente ilusiones, y muchas cosas existen solo en nuestra imaginación" (Por qué el mundo no existe, ed. original 2013).

Tomás de Aquino se sirvió de la existencia para definir la subsistencia que es propia de la sustancia en cuanto "existe no en otro, sino en sí misma" (S. Th. I) o para definir lo que es real sin ser cualidad o accidente de otro ser real (olores, sabores..., v. gr.). Fue Enrique de Gante quien introdujo la distinción entre esse essential (el ser de la esencia) y esse existential (realidad efectiva).

Kant negará que la existencia pueda ser reducida a predicado conceptual (CRP, Analítica II, cap. 2, secc. 3,4). Y no obstante, años después, el "existencialismo" hizo de la Existencia su obsesión al considerarla el ser específico del hombre o su propiedad particular. Vico ya observó que Descartes debió decir "Pienso, luego existo", pues era criatura y por tanto ser finito... Son la finitud, la contingencia, la inmanencia terrenal, principales atributos de este Dasein, ser-ahí o ser-para-la-muerte, según sentencia heideggeriana (y nunca mejor dicho lo de sentencia). "La cuestión de la inmanencia –escribe Eugenio d'Ors– tortura a los filósofos modernos". Refiere con ello Xenius a la incacidad de la filosofía moderna para proyectarse hacia lo trascendente, para salir de la cárcel de la mundaneidad y gestar "el Ángel" o sobreconsciencia. 

Antes, Kierkegaard anotó el vínculo aconceptual entre la existencia y la realidad singular ("el hombre de carne y hueso" de Unamuno). En el mundo humano, al contrario que en el mundo animal, la existencia del individuo no puede ser sacrificada a la de la especie. La existencia del hombre es –para el filósofo y teólogo danés– analizable sólo en términos de posibilidades existenciales sin garantía alguna de realización, de ahí la angustia, la desesperanza, la paradoja, la ansiedad... como modos existenciales del pensar y actuar humanos. Heidegger y Sartre insistirán en la Existencia como proyección (en cierta medida, aún romántica, como proyecto artístico, la vida como obra de arte, el novelar la vida de Ortega) y Jaspers lamentará la imposibilidad existencial de relacionarse con la trascendencia superando la inmanencia, a causa de la determinación finita de nuestro existir. En efecto, la expresión "posibilidad infinita" puede pensarse como contradictoria. Toda la filosofía de Jaspers ha sido definida como Existenzerhellung o esclarecimiento de la existencia, entendiendo por esta la concreta existencia del hombre, pues sólo en él "hay presencia, proximidad, claridad, vida. Sólo en el hombre y a través del hombre, todo aquello que para nosotros es posible se conviete en real".

Muchos filósofos han insistido en la irreductibilidad de la existencia a la razón o, lo que es igual, han puesto de manifiesto el absurdo de la existencia. Ciorán es el campeón post-existencialista de esta actitud, con su cómico pesimismo y su patético nihilismo pseudomístico.




REALIDAD

"La realidad existe sólo en el presente, 
y como presente es histórica, irrepetible"
Karl Jaspers. Filosofía de la existencia. "La realidad".


Por su parte, Realidad refiere al modo de ser de las cosas en cuanto existen fuera de la mente humana e independientes de ella. De ahí el significado usual de "realismo" como opuesto al "idealismo", al menos al "idealismo subjetivo", pues también se llaman "realistas" las filosofías que declaran la realidad extramental e ideal como cosa (res, rei), es decir las que declaran real el ser de la Idea.

Duns Scoto acuñó el término "realitas" para definir la individualidad como "última realidad del ente"; de este modo contrae la naturaleza común del género o de la especie a la cosa particular (ad esse hanc rem). Es la haecceitas, el esse in re de los aristotélicos, pero también de San Anselmo, que opone el ser en la cosa al esse in intellectu o ser en el entendimiento cuando ensaya probar que Dios no sólo es cosa pensada, sino también existente lógicamente necesario.

Lo opuesto en la Historia de la filosofía a Realidad es Idealidad, como aquello que "sólo existe en teoría" –por decirlo con una expresión coloquial–. Ideal es lo que no ha sido todavía puesto en acción, pero merecería serlo; ganaríamos con que fuera producido. Oponemos igualmente la "definición real" de la cosa, a la "definición nominal", del nombre.

Para Kant, la Realidad (Realität) es el ser efectivo o efectividad. Como categoría o concepto a priori pertenece a la tríada de los conceptos de Cualidad. Como tal cualidad, la realidad podría atribuirse perfectamente a ideales como la verdad o la justicia, los cuales, sin embargo, carecen de ser sustancial, es decir, son ideas inmateriales, aunque puedan estar dotadas de forma o más bien ser puras formas o formalidades; es decir, de la Justicia, de la Verdad, de la Belleza, como de la Unidad –por completar la pirámide de los llamados "trascendentales metafísicos"– puede decirse que no existen, aunque no por ello carecen de ser adjetivo, cuando reconocemos tal obra de arte como bella, tal acto como injusto o tal proposición como verdadera.

Cuando Kant dice que un concepto tiene realidad objetiva (objektive Realität) no dice que exista, sino que pertenece a la quididad del objeto, ya sea este teórico o práctico, fenoménico o nouménico, como, por ejemplo, "el ideal de la humanidad grata a Dios" o la idea "de una perfección moral tal como es posible en un ser del mundo, dependiente de necesidades y de inclinaciones" (La religión dentro de los límites de la mera razón, 2ª parte, cap. 1º a)). Este sentido de Realidad es más amplio que el de la Crítica de la razón pura.

Por otro lado, la Existencia (Wirklichkeit, Dasein) es un modo de ser y, por consiguiente, su concepto pertenece a las categorías de modalidad.  "La modalidad de los juicios constituye una especialísima función de los mismos y su carácter distintivo consiste en no aportar nada al contenido del juicio (...) y en afectar únicamente al valor de la cópula en relación con el pensar en genral" (CRP B99-100). No obstante, lo que prima en el caso de los juicios de Modalidad es su relación con la experiencia y la verdad. Según su Modalidad, Kant distingue los juicios problemáticos, aquellos en que se toma el afirmar o negar como algo meramente posible (opcional); los asertóricos, llamados así por considerar la afirmación o negación como algo real (verdadero); y los apodícticos en que lo que se dice se concibe como necesario. Kant deduce la Categoría de Existencia de los juicios asertóricos, mientras deduce la categoría de realidad de los juicios afirmativos. El sustantivo latino assertio se puede sin embargo traducir indistintamente por afirmación, declaración, aseveración. 

Es difícil definir qué sea un juicio asertórico, salvo negativamente (y ya se sabe que no son muy buenas las definiciones negativas). Se llaman juicios asertóricos aquellos que no incluyen ni la idea de necesidad ni la idea de probabilidad, así que se oponen a los juicios apodícticos y a los problemáticos. La Enciclopedia Herder pone como ejemplo de juicio asertórico: "Todos los hombres son iguales"... Kant distingue entre juicios de existencia (asertóricos), juicios de necesidad (apodícticos) y juicios probables (problemáticos). Los apodícticos, "Dos y dos son cuatro", son necesariamente verdaderos: la verdad de los problemáticos es posible: "puede que haya vida en otros planetas"; los asertóricos pueden ser verdaderos o falsos pero no son necesariamente ni universales ni necesarios. Tres ejemplos de asertos: "El cielo es azul", "La música está muy alta", "El coche está aparcado"... En los tres, ciertamente, se supone la existencia del cielo, de la música y del coche hic et nunc (aquí y ahora).

Para Karl Jaspers "la pregunta final del filosofar es la de la realidad misma" y "la auténtica realidad es el ser que no puede pensarse como posibilidad", pues "donde existe la realidad cesa la posibilidad"... "Todo es realidad a su modo y, al mismo tiempo, todo es perspectiva únicamente //  No otra cosa ocurre con nuestro saber de la existencia del hombre". "Siempre que quiero aprehender la realidad en su totalidad o como un hecho singular, la realidad es finalmente el límite inalcanzable de la investigacion metódica (...) Tampoco la propia realidad de la existencia es la realidad" (Filosofía de la existencia, 1937).



EXISTENCIA Y ESENCIA

La palabra "Existencia", del término latino existentia, significa literalmente "lo que está ahí" (podríamos también añadir, lo que es ahora). Algo existe porque está in re. A la existencia in re o real se contrapone la esencia como mera posibilidad de ser. Claro que al tratar de dilucidar el concepto de existencia no tenemos más remedio que referir a su esencia, a la esencia de la existencia, aquello por lo que un existente es un existente, aunque puede que tal aclaración sólo sea posible –como indica Ferrater Mora– en base al análisis de existentes.

Puede decirse que Platón,  aun sin un término preciso para referir a "lo que hay" ya se planteó el problema de la existencia al insistir en la ousía de las ideas, aunque tales ideas no están ahí, sino más allá de todo ahí, incluso fuera del tiempo, pues son propiamente intemporales (el tiempo es para el ateniense "imagen móvil de la eternidad". Su discípulo Aristóteles entendió la existencia como haber de la ousía, es decir, como sustancialidad (por eso traducimos "ousía" por "sustancia" en el corpus aristotélico). La existencia es, antes que nada, sustancia primera (prote ousía), el "esto concreto" al que podemos hacer sujeto de propiedades o sustrato material en el que inhieren los atributos que predicamos apofánticamente. Se puede decir con Ferrater que Aristóteles llama Ser a la unión de la esencia y la existencia (en esto se mostraría Zubiri fiel al Estagirita). De algo podemos saber qué es porque notamos que esPara el Estagirita son requisitos de la existencia la materia y la forma, siendo ésta principal para el conocimiento (su ratio cognoscendi). No creemos que Aristóteles fuese –como insinúa Mosterín– un materialista "avant la lettre", pues la forma no sólo es principio de inteligibilidad para nosotros, sino también, como forma final, la entelequia de la sustancia en sí, su 'en telos ejein', es decir, el fin al que apunta en acto, en su movimiento por naturaleza (peri physei).

Grandes y complejísimos han sido los debates sobre la relación entre esencia (aquello por lo que una cosa es lo que es) y existencia (el hecho de que sea), la relación entre la posibilidad noética y el ser efectivo. Los doctos clérigos medievales discutieron hasta la estenuación sobre ello. En contraste con los filósofos griegos, los cristianos insistieron en las existencias o existentes que no son cosas (Dios, ángeles, personas, almas, etc.). Para muchos filósofos medievales el existir es propiamente el esse, y Dios ipsum esse, el mismo ser (San Agustín). Dieron con ello lugar a la onto-teología. No obstante hubo autores que postularon el primado de la esencia sobre la existencia, incluso viendo en la existencia –como los maestros de la Escuela de Neántica– un mero accidente de la esencia (Avicena y los avicenianos, por ejemplo); y hubo otros que postularon el primado del ser en acto o existencia sobre la esencia como simple potencia, para los cuales la esencia no es sino la inteligibilidad de la existencia.




Gilson define desde este último punto de vista la Existencia como "un punto de energía de intensidad dada, el cual engendra un cono de fuerza del cual [la Existencia] constituiría la cima, siendo la base la esencia" (L'Être et L'Essence, 1948). Todos los autores medievales coincidieron en reconocer que la esencia responde a la pregunta quid sit res (qué es la cosa) y la existencia a la cuestión: an res sit (si la cosa es). Tomás de Aquino acentuó el momento de actualidad en la Existencia como presencia actual de la cosa. Podemos así entender que Juan de la Cruz llame a Dios a la existencia real cuando clama por Su presencia y Su figura. Para el Aquinate, este existir no es sólo un simple "estar ahí" (arrojado al mundo, que dirían los angustiados existencialistas modernos), sino un "estar fuera de las causas" (extra causas), o sea, fuera de la nada (extra nihilum), siendo en acto, más allá de la simple potencia.

Para Kant, el ser (Sein) –que puede entenderse como existir– no es un predicado real como puedan serlo predicados como "blanco", "pesado", etc. "Ser" no es el concepto de algo que pueda agregarse al de una cosa, sino que señala meramente su posición (setzung), la posición de una cosa o de ciertas determinaciones; lógicamente, "ser" no es más que la cópula del juicio. Referirse a algo diciendo de ello que existe es para Kant mera redundancia. Si la existencia fuera un atributo, las proposiciones existenciales afirmativas serían tautologías; y las negativas, contradicciones. Por otro lado, decir de algo que es no significa decir que existe. El "es" no puede subsistir por sí mismo, sino aludiendo a un modo en el cual se supone que es esto o aquello. Si decimos que algo existe, nos falta por precisar la manera, el cómo, el cuándo y el dónde de su existencia. De modo que todo ser existente carece de significado si no se da dentro de un contexto. Markus Gabriel ha sacado partido de esta noción de existencia con su concepto de campo de sentido.

El problema de la existencia ha quedado implicado muchas veces en el de la relación entre lo lógico y lo real (magna quaestio), tal es el interés y valor de la prueba anselmiana, onto-lógica, de la existencia de Dios, al margen de que la consideremos o no como eficaz argumento deísta. Gilson sostiene la irreductibilidad fundamental de la esencia y la existencia. Según Maritain, la idea de ser (esencia) precede a todo juicio de existencia en el orden de la causalidad material o subjetiva, y el juicio de existencia precede a la idea del ser en el orden de la causalidad formal.

Para Leibniz, la existencia no se debe reducir a mera actualidad o presencia de una cosa, sino que tiene un componente de perfección y razón, pues todo cuanto existe lo hace según un Principio de Razón Suficiente. Cada mónada o sustancia simple tiene su peculiar existencia en armonía preestablecida con las demás, preestablecida por Dios (mónada suprema). Cada mónada expresa con su existencia la perfección armónica del cosmos como manifestación creada por su Hacedor. Cada mónada representa una perspectiva o punto de vista diverso del universo íntegro.

Zubiri critica la distinción clásica entre esencia y existencia. Argumenta que ambas son momentos o aspectos de la misma realidad. Para él, la realidad es una formalidad de suyo, lo que significa que la esencia y la existencia son inseparables y forman parte de la misma cosa.


Nota bene

(*) En general, prefiero emplear comillas cuando menciono palabras, sin comillas cuando las uso sin mencionarlas. Si refiero un significado prefiero enfatizar el mismo mediante la cursiva o el subrayado, antes que usar la comilla. Aplico así la famosa distinción entre uso y mención,  paralela o análoga a la distinción entre lenguaje y metalenguaje. Este criterio he usado en la cita de Markus Gabriel.



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