Hemos visto que la filosofía y la ciencia nacieron juntas hace dos mil quinientos años en el Mediterráneo occidental, al mismo tiempo que el teatro y la democracia. Así que el título de la asignatura es un poco redundante porque no es posible la práctica de la dialéctica (diálogo filosófico) sin ciudadanía. Uno/a puede hablar e intervenir en los asuntos públicos cuando no es súbdito/a, o sea, cuando no está bajo el imperio y el arbitrio de la palabra de otro.
La filosofía tiene un fundamento antropológico, porque todos los seres humanos por naturaleza deseamos saber. Es natural que seamos animales curiosos, porque saber es poder. Aristóteles afirmó que la filosofía nació después de las técnicas y para expresar este hecho dijo que la filosofía es la ciencia más inútil aunque la más libre. No es cierto que la filosofía sea sólo un saber teórico o contemplativo, también sirve prácticamente para orientar y ordenar nuestra vida (Sócrates o Marinoff), incluso para consolarla (Boecio). En este sentido se podría decir que está próxima al sentido común, entendido el sentido común en un sentido ideal, pues -como sugirió Ortega-, durante algunas épocas los humanos parecen haber perdido el sentido común, haciéndose éste "el menos común de los sentidos".
A este respecto, como sabiduría práctica, el propio Aristóteles dejó escrito un inmortal manual de Ética (Ética para Nicómaco) en cuyo libro segundo define la excelencia humana (areté o virtud) como un término medio cualitativo entre dos extremos viciosos, uno por defecto y otro por exceso. Así, la verdadera valentía no es la mera ausencia de miedo, sino que estaría entre la cobardía (exceso de miedo) y la temeridad (falta de miedo). Aristóteles se percató genialmente de que la filosofía, como prudencia o sabiduría práctica, tiene por objeto las emociones (ej. el miedo), aunque encarguemos a la razón la misión de gestionarlas.
Nos hemos aproximado al concepto Filosofía desde su origen etimológico y también desde sus preguntas "mundanas". La filosofía está más cerca del saber del "topo", que busca saber algo del todo, que del saber del "zorro" que sabe mucho de muy poco. Así pues, los filósofos somos generalistas, más que especialistas. O por decirlo paradójicamente, somos especialistas en universalidades.
Las principales ideas universales son: la idea del yo (mente, persona, psique, alma, etc.); la de mundo (totalidad de los fenómenos, universo, orden físico, etc.); la idea que nos hacemos de nosotros mismos (quién es el humano); y el problema de Dios (o del mal, según como se mire). Estos objetos determinan la naturaleza de las principales disciplinas filosóficas: filosofía de la mente o psicología racional; cosmología; antropología filosófica, y teodicea. Estos son los temas -o los fines- de la metafísica o filosofía pura.
Una excelente definición de Filosofía y fácil de recordar nos la ofrece Kant: teleologia rationis humanae, la filosofía como ordenación de todos los conocimientos a los fines propios de la razón huana, este es su "concepto cósmico de la filosofía", o "mundano".
Hemos empezado a reflexionar sobre qué podemos conocer. Esto quiere decir -en lenguaje técnico- que hemos empezado a plantearnos problemas gnoseológicos y epistemológicos. Hemos aclarado que la ciencia (el saber más objetivo, exacto y verificable o falsable) no es el único modo de conocimiento, también el arte, la literatura, o la religión, nos ofrecen, bajo la forma de experiencia estética, emotiva o mística, otros modos de acceso a la realidad.
El filósofo Jaime Balmes hizo del problema del criterio tema central de su filosofía |
¿Cómo podemos distinguir lo verdadero de lo falso? Este es el problema del criterio. En general, también hemos de considerar el criterio como condición que nos permite distinguir lo bueno de lo malo (en ética) o lo feo de lo hermoso (en estética). Como criterio de verdad vale como criterio, sobre todo, la evidencia (racional o empírica), pero no son desdeñables, a falta de evidencias, otros criterios como la tradición, el sentido común, el consenso, la utilidad, la autoridad e incluso la belleza.
Racionalismo y empirismo son soluciones unilaterales al problema del conocimiento. El primero exagera la importancia de lo 'a priori' y racional; el segundo, la importancia de la percepción sensible. Kant lo vio claro: las intuiciones (sensibles) son ciegas sin los conceptos (racionales o teóricos), pero los conceptos y las teorías son vanas sin la intuición (experiencia). Incluso en el percibir se supone la imaginación del sujeto. Pongo en clase un ejemplo muy prosaico: un pastor no sabe nada de astronomía porque se pase el verano al raso mirando el cielo; pero un astrónomo debe en algún momento dejar sus libros para mirar el cielo, si quiere inventar ciencia. El momento teórico (de los conceptos) es tan decisivo como el momento práctico (de las experiencias).
Hemos estudiado cómo la experiencia es la "madre de la ciencia". En la ciencia moderna interviene como observación inicial y como contrastación empírica (experimento: experiencia artificial). Sin embargo, los datos no son nada si no se los interpreta a la luz de modelos de explicación suficientes (teorías). Estos modelos se han sucedido en la historia como paradigmas científicos, mediante revoluciones. Éstas han estado reguladas por el principio de continuidad: cada modelo nuevo debe explicar tanto los fenómenos que explicaba el modelo antiguo como otros que no explicaba. De este modo, en física se han sucedido cuatro modelos explicativos: el aristotélico (IV-XVI), el de la mecánica clásica de Newton (XVII-XX), el relativista de Einstein, que en nuestros días anda compitiendo y entrelazándose con el modelo cuántico.
La ciencia es el conocimiento de las cosas por sus causas naturales. Por causa podemos entender el de qué están hechas las cosas (causa material), según cómo (forma o esencia), el para qué (función o fin) y el por quién o por qué procesos (causas agentes). La filosofía ha tendido a conceder primacía a la finalidad o causa final. Es decir, ha tendido a construirse como una teleología (no confundir esta palabra, que viene de telos, fin, con "teología", que viene de theos, dios). La ciencia nos hace poderosos, pero también debe darnos humildad, porque gracias a la ciencia moderna hemos descubierto:
- a) que no ocupamos el centro del universo,
- b) que somos animales (con un origen común con las plantas, los hongos y el resto de los seres vivos del planeta),
- y c) que nuestra racionalidad consciente no es más que una parte mínima de nuestra actividad mental, siendo la mayor parte inconsciente, como descubrió Freud. De hecho, somos tanto animales emocionales como racionales.
Aunque la experiencia tiene un importante papel científico, no nos permite formular conclusiones necesarias ni hacer previsiones seguras. Es así porque los hechos son contingentes y las proposiciones universales sobre hechos solo valen en términos de probabilidades, su verdad es pues, también contingente (pueden ser falsos, si no ahora, en el futuro).
A este respecto es importante la distinción entre verdades de razón (necesarias) y verdades de hecho (contingentes), que estudiaremos en otro momento con más detenimiento.
Como ejemplo de verdades racionales indudables hemos descrito tres axiomas lógicos: el principio de identidad (A => A), el principio de no contradicción ¬ (A & ¬A) y el principio de tercio excluso (A v ¬A). La lógica es la necesaria introducción (propedéutica) al saber filosófico.
Saber no es creer. Aunque la imaginación nos ofrece un primer acercamiento al conocimiento de la realidad (no hay percepción sin imaginación), queda superada por la creencia, pero ésta es superada por el saber, que además exige, como principio superior, la comprensión. Se pueden decir verdades sin comprender por qué son verdades. Es lo que hacen los estudiantes que estudian de memorieta y repiten al dictado, como loros.
La opinión según la cual todas las opiniones son respetables no es ella misma respetable. Esto parece una paradoja. Pero muchas opiniones son contrarias a la dignidad humana o carecen de fundamento científico. Es imposible pensar sin prejuicios, el filósofo Gadamer ha confirmado la existencia de "prejuicios legítimos", pero debemos esforzarnos por evitar, al menos, las prevenciones menos saludables.
Hemos estudiado el método resolutivo compositivo de las ciencias naturales, y como métodos generales de todas las ciencias hemos descrito la definición, la explicación, la demostración, la formulación de hipótesis, la argumentación (inductiva o deductiva). Esto último debo aclararlo más. La ciencia -incluida la filosofía- es sobre todo cuestión de método.
La definición más perfecta es la definición de cada especie de cosas (materiales o ideales) por su género próximo y su diferencia específica (especificidad o conjunto de propiedades esenciales). Desdichadamente, definir así cada cosa no siempre es posible, como luego tal vez veamos con más detenimiento.
Al hilo de nuestra dilucidación del problema del conocimiento (epistemología, gnoseología), no hemos tenido más remedio que referirnos también a la condición humana (antropología filosófica). Hemos visto que no somos tan racionales como pensamos y que mucho de lo que tenemos por seguro es fruto de prejuicios, creencias e ilusiones. Somos el animal audiovisual, y el animal asceta. Debes saber por qué.
Y hablando de ilusiones (percepciones irreales que tomamos por reales), hemos visto un vídeo sobre el mecanismo de la visión humana. Si lo has comprendido, puedes deducir de lo que sabemos sobre cómo vemos las cosas que no vemos todo lo que hay, ni sólo lo que hay, y que nuestras percepciones visuales no son reflejos, sino construcciones imaginativas y cognitivas. Ver es ya un hacer. En dichas construcciones intervienen las expectativas, los deseos y la memoria: lo previsto, lo previamente sabido y recordado.
Por último, como cada uno tiene su biografía personal, cada uno tiene una perspectiva distinta del mundo, tanto teórica como práctica. La filosofía y su dialéctica deben ayudarnos a enriquecer nuestra perspectiva con otras visiones del mundo, haciéndola más rigurosa, razonable, saludable, digna y feliz.
Las negrillas y cursivas de esta entrada de blog os ayudarán a comprender lo que hay que recordar esencialmente y debe aparecer bien definido en el Vocabulario del cuaderno. Además de las negrillas de la entrada, en las clases nos han salido términos nuevos que hemos definido y debéis conocer: atavismo, crítica, retórica, congruencia, coherencia, percepción, tautología, certeza, teodicea, menesterosidad (como condición general del humán), lapsus, escatología, entelequia, autonomía, heteronomía, entomología, silogismo, cientifismo...
Un trabajo útil sería ordenar estos términos en fichas por orden alfabético.
En cuanto a los autores que nos han ido saliendo y de los que hemos elaborado semblanzas: Giner de los Ríos, Parménides, David Hume, Aristóteles, Boecio, Ramón y Cajal..., se deben estudiar, para que por lo menos sepais citar una obra, un pensamiento, y enmarcar al autor en su época.
Las frases célebres que han salido deben aparecer en el cuaderno comentadas, lo que prueba que son entendidas.
Recuerda: "preguntar puede hacerte parecer tonto un rato; no preguntar, te hará necio para toda la vida".
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