sábado, 17 de enero de 2009

Kosmos

Los tres misterios

El filósofo Gabriel Marcel (Manual, pg. 84) distingue entre problema y misterio. Filosóficamente podemos determinar tres misterios cosmológicos: 1) Por qué hay ser en lugar de nada, o dicho más concretamente, cuál es el origen del universo (cosmogénesis). 2) Cómo fue posible que surgiera la vida de lo inerte (biogénesis), ¿cómo dio vida lo que no tenía vida?. Y 3) Cómo emergió de la vida una mente consciente, subjetiva e intencional, capaz de preguntarse por su origen (antropogénesis).

Lucrecio, filósofo romano (I a. C.) afirmó que el mundo debía estar en su juventud, puesto que había podido comprobar desde su infancia cómo las técnicas se habían ido perfeccionando. ¡Si el universo fuese eterno todos esos progresos ya habrían tenido tiempo de realizarse y estaríamos viviendo en un mundo sin cambios. La deducción de Lucrecio ha sido confirmada por la cosmología actual:

a) este mundo no ha existido siempre.
b) está cambiando.
c) el cambio se aprecia en el paso de lo menos eficaz a lo más eficaz, de lo simple a lo complejo, de lo homogéneo e incoherente, a lo heterogéneo y coherente (H. Spencer).

Se puede pensar que la vida y la conciencia ya estaban en potencia desde los primeros instantes del universo, inscritas en la forma misma de sus leyes, no como "necesidad", sino como "posibilidad".


Evolución

La hipótesis del Big Bang (Gran Explosión) supone que todo el universo aparente, cuyos límites no hemos visto, procede de una única singularidad energética que estalló hace más de diez mil millones de años. "Todo fluye". Con el evolucionismo, la tesis de Heráclito ha cobrado fuerza. Y hemos de tomarnos muy en serio el evolucionismo, ampliado con el descubrimiento de la herencia genética y sus leyes, así como sus implicaciones metafísicas y éticas porque es una teoría bien confirmada por los restos fósiles y la bioquímica.

Todas las formas de vida que conocemos tienen un origen común. La lucha por la vida y la presión del medio determinan la supervivencia de las especies vivientes más aptas para reproducirse y perdurar, transmitiendo su memoria biológica (genes) a las generaciones sucesivas. Dichos genes se heredan y -al azar- se recombinan por mutación. La mayoría de las mutaciones resultan degenerativas, pero algunas perduran a consecuencia de su mejor adaptación a los cambios medioambientales y se convierten en nuevas propiedades de los vivientes. Dawkins ha sostenido que el verdadero protagonista de la evolución no es el individuo, ni siquiera la especie, sino el gen (el gen egoísta). Los organismos son como complicadas maquinarias diseñadas por los genes para su perduración (la de los genes, no la de los organismos).


Problemas filosóficos relativos a los orígenes

a) Creacionismo y Evolucionismo. El debate entre creacionistas y evolucionistas involucra cuestiones relativas al sentido de la evolución, su origen y su finalidad. Se trata de una antítesis aparente, puesto que no hay contradicción en admitir los principios más generales del evolucionismo como rationes seminales divinas (Theilard de Chardin). Así, un teísta puede mantener su teísmo -o deísmo, tipo Voltaire- aceptando que Dios creo el mundo, o que Dios provocó la Gran Explosión, junto con todas las leyes que sirven de marco a la evolución natural: la posibilidad de la vida, la conciencia y la libertad, aunque ya no intervenga en su evolución (cfr. Hawking. Historia del Tiempo, 8).

La fe o la confianza en un principio creador resulta no obstante incompatible con la ciencia actual si pretende determinar "científicamente" el origen del mundo físico a partir de "textos sagrados" o de dogmas arracionales, cuyo verdadero valor no puede ser científico, sino simbólico o religioso. Así una interpretación literalista o fundamentalista de la Biblia -o de otros "textos sagrados"- se obstinará en afirmar la creación del mundo en "6 días" hace unos pocos miles de años, o en mantener una diferencia radical entre el origen físico del humán y el resto de los primates, que contradice los análisis de laboratorio y las palmarias observaciones de los etólogos, etc. La fe o la confianza en Dios -muy respetable- se vuelve fanatismo -muy peligroso éticamente- cuando niega los hallazgos de la ciencia.

Pero también el cientifismo -o el materialismo mecanicista- puede resultar intransigente cuando niega sin pruebas la posibilidad de la existencia de algo distinto de la materia en el origen del universo o en el destino del universo (alfa u omega). El materialismo resulta, además, muy problemático en relación a una física que exige la existencia de formas de "energía o materia oscura" que ni siquiera sabemos todavía cómo detectar con precisión, una física que disuelve la materia aparente en cuantos puramente energéticos e inmateriales.

Nota bene: Puede consultarse una breve semblanza de Teilhard de Chardin, quien ensayó meritoriamente la conciliación del cristianismo y el evolucionismo en la siguiente página:
http://www.cibernous.com/autores/tchardin/teoria/biografia.html


b) Monismo vs. Pluralismo: respecto del origen del mundo (cosmogénesis), algunos consideran razonable admitir la existencia de un primer principio eterno o intemporal (Dios, la Materia, la Energía, el Espíritu, el Ser, el Uno, la Voluntad, el Noûs, la Singularidad...), puesto que si nada hubiera existido alguna vez, nada existiría hoy; ya que, de la nada, nada puede proceder...

A veces, estas posiciones tienen en cuenta que Tiempo y Espacio son constituyentes pero también constituidos por la Gran Explosión o por la Creación (fiat) del mundo. "El concepto de tiempo no tiene significado antes del comienzo del universo" (Stephen W. Hawking. Historia del Tiempo, 1). O no tienen en cuenta que en la teoría cuántica, las partículas pueden ser creadas a partir de la energía en la forma partícula/antipartícula y que la materia total del universo está hecha sólo de energía positiva, pudiendo afirmarse que la energía total del universo es exactamente cero (Hawking. Historia del tiempo, 8).

Esta solución se llama monista y apunta a la posibilidad de que la esencia de lo real, sea inerte o viviente, inconsciente o inteligente, corporal o espiritual, no tenga ningún tiempo ni límite espacial, o sea idéntica a la nada (monismo negativo). Ya Anaxágoras -un filósofo griego del siglo VI a. C.) llamó a-peiron (lo sin límite, lo infinito) al principio originario del universo, argumentando que no podía ser ninguna cosa concreta si todo lo concreto estaba hecho de él.

Otros pensadores han supuesto que el origen del universo no está en ninguna unidad, sino en dos (dualismo) o en una multiplicidad de átomos (o sustancias indivisibles) combinándose al azar: pluralismo.

c) Los tres mundos de Popper. Una de las hipótesis "trinitarias" más interesante filosóficamente fue aportada por Popper y desarrollada por Roger Penrose (Las sombras de la mente, 1996). Para este famoso matemático (uno de los creadores de la hipótesis del Big Bang) el mundo que conocemos más directamente es el de nuestras percepciones conscientes (mente), pero es también el mundo del que menos sabemos científicamente. Contiene la felicidad, el dolor, la percepción de los colores, nuestros recuerdos de la infancia, nuestro miedo a la muerte...




Existen no obstante otros dos mundos que sólo conocemos indirectamente, pero de los que sabemos más que del primero: el mundo físico, que contiene sillas y mesas reales, televisiones, automóviles, cerebros humanos, gatos y perros, el sol, la luna y las estrellas... No está claro en absoluto por qué el mundo de nuestras percepciones tiene algo que ver con el físico, pero actuamos como si pudiese adecuarse a él.

Existe por último otro mundo, el "tercer mundo" de Frege, que es el de las formas matemáticas, allí encontramos los números naturales o, 1, 2, ... y el álgebra de los números complejos, pero también es el mundo de los valores éticos universales, de los ideales de lo bello y lo bueno, la justicia y la verdad...

De alguna manera, cada uno de estos tres mundos parecen emerger misteriosamente a partir de una pequeña parte de su predecesor, considerados cíclicamente. Así, de las matemáticas y los fines ideales parece emerger el mundo físico (natural y artificial); el mundo mental emerge del mundo físico, como la conciencia de la vida, y el mundo platónico de las formas inmateriales parece emerger de la actividad de la mente.

Penrose arriesga la hipótesis (platónica) de que el mundo de las formas perfectas es primario, siendo su existencia una necesidad lógica, mientras que los otros dos son sus "sombras", pero admite que es difícil saber cuál de estos mudos ha de ser considerado como primario, secundario o terciario, y concluye afirmando que, aunque el análisis o la división en tres sea útil, en realidad sólo hay un mundo, cuya naturaleza verdadera ni siquiera vislumbramos en el presente.

c) El problema de la teleología. ¿Qué es más razonable, admitir un principio "inteligente" que actúa buscando el bien, o un principio "material" que actúa de modo ciego, por necesidad o por azar? ¿Crea el órgano la función o la función crea el órgano; o sea, vemos porque tenemos ojos o tenemos ojos porque necesitamos y queremos ver? Algunos científicos evolucionistas niegan que la evolución tenga un sentido finalista o progresista. Sin embargo, el más eminente de estos "mecanicistas", Jacques Monod, partiendo de una epistemología que niega la posibilidad de interpretar cientícamente los fenómenos en términos de "causas finales", tiene que admitir la dificultad de la biología para renunciar a dichas causas finales: "la objetividad nos obliga a reconocer el carácter teleonómico de los seres vivos, a admitir que sus estructuras y performances realizan y prosiguen un proyecto" (El azar y la necesidad, 1. "extraños objetos).

d) El principio antrópico (PA) permite soslayar algunos problemas relativos al sentido final de la evolución del universo. Por ejemplo, el de la rareza de la vida y la conciencia, y la dificultad de que se produzcan al azar condiciones que la hagan posible. Es mucha casualidad que todo parezca organizado como para que evolucionen la vida y la conciencia en la Tierra.

Hawking lo ha parafraseado de la siguiente manera: "Vemos el universo en la forma que es porque nosotros existimos".

En su forma débil PA dice que en un universo grande o infinito las condiciones que hacen posible la vida inteligente se darán en zonas muy limitadas en el tiempo y el espacio, los seres inteligentes no tienen que sorprenderse entonces si observan que su ubicación en el universo satisface las condiciones necesarias para su existencia.

En su versión fuerte, el principio afirma que o bien hay muchos universos diferentes o muchas regiones diferentes de un único universo, cada uno con su propia configuración inicial y tal vez con sus propias leyes científicas. En la mayoría no podría darse la pregunta por los orígenes, puesto que sus condiciones no permitirían la emergencia de organimos tan complicados como nosotros. ¿Por qué es el universo como lo vemos? Fácil, porque si hubiese sido diferente ¡nosotros no estaríamos aquí!

Lo cierto es que los valores de las cantidades básicas, por ejemplo de las cargas de los electrones o la relación de la masa del protón y el electrón, parecen haberse ajustado sutilmente para hacer posible el desarrollo de la vida y la conciencia. Esto puede tomarse o bien como prueba de un propósito creacionista o bien como sostén del principio antrópico fuerte.

Hawking pone dos objeciones a dicho principio:

1ª Debemos usar el principio de economía y eliminar esos otros universos tan diferentes del nuestro, ya que sus fenómenos no causarían consecuencias observables aquí y ahora.

2ª Va contra la tradición principal de la historia de la ciencia. Es difícil creer que la Tierra sea un planeta de tamaño medio, girando alrededor de una estrella corriente, en los suburbios exteriores de una galaxia espiral ordinaria, una entre un billón de galaxias del universo observable, y que toda esa vasta construcción exista simplemente para nosotros...

e) La idea de Mundo. Para Kant, la razón humana tiene una tendencia natural a buscar y concebir lo incondicionado. Sin la disciplina a que la somete la ciencia empírica, la razón tiende a generalizar más allá de la experiencia, el resultado son las ideas de la razón pura ("pura" significa aquí "vacía de contenido empírico", sin connotaciones religiosas).
La razón produce pensando según sus esquemas silogísticos tres ideas: los silogismos categóricos la llevan a la idea del alma como sujeto sustancial; los silogismos hipotéticos a la idea del mundo, como serie completa de las condiciones que hacen posible la experiencia; por su parte, el esquema de los silogismos disyuntivos le llevan a producir la idea de Dios, la idea del conjunto perfecto de todos los conceptos posibles.
Tales ideas, del alma, del mundo o de Dios, representan idealmente la totalidad de la experiencia, pero resulta que de la totalidad de la experiencia no tenemos experiencia, y por consiguiente, Kant concluye que tales ideas carecen de valor objetivo.
Por eso la cosmología racional nos lleva a afirmaciones antitéticas provistas de igual verosimilitud. A estas afirmaciones Kant les llama antinomias de la razón pura:

1) el mundo es finito/ el mundo es infinito (en tiempo o espacio)
2) el mundo es divisible/ el mundo es indivisible
3) se ordena según una causalidad ciega/ hay en él espacio para la libertad
4) depende de un Ser Necesario/ se explica por sí mismo
Sin embargo, Kant reconoce a estas ideas -del mundo, del alma y de Dios- un valor orientador, ordenador, no teórico, sino práctico, son en realidad suposiciones de que hay orden que buscar, y por consiguiente obran como fines legítimos de la investigación científica (Opus postumum) y de la acción moral.

Enlaces
La emergencia humana: http://www.filosofia.com.mx/index.php?/portal/archivos/la_vida_conduce_a_la_emergencia_humana/

Texto para comentar

"Especulamos en gran medida sobre cuestiones que consideramos fundamentales, como las masas de las partículas, las diferentes variedades de fuerzas o el hecho de que vivimos en tres dimensiones espaciales y una temporal. Pero quizá todas esas características no sean fundamentales, sino ambientales. El universo puede ser mucho más extenso de lo que hemos imaginado; mucho más que la región proveniente de nuestra gran explosión, que es la que vemos a nuestro alrededor. Puede haber partes del universo (donde 'partes' puede significar varias cosas) con otras propiedades, regiones donde lo que solemos denominar leyes de la naturaleza sean distintas, e incluso donde la dimensionalidad del espaciotiempo sea otra. Tiene que haber alguna ley subyacente que explique todo, pero quizá nos encontremos mucho más lejos de ella de lo que imaginamos".

Stephen Weinberg, físico teórico y premio Nobel en 1979. Investigación y ciencia, Enero 2011, pg. 60.

1 comentario:

Amelia Fernández dijo...

El planteamiento de Zubiri y de su amigo y discípulo, Laín Entralgo, caminan en esa dirección que propones al principio de la entrada, cuando hablas de la presencia germinal de la Vida o de la conciencia en el "torbellino inicial". Sin embargo, el propio Laín Entralgo duda de sus palabras, no con el corazón sino con la razón, y no se explica el momento o en qué sentido se está violando el principio antrópico del azar. La presencia de una intención o de un sentido en el curso de la evolución hacia la aparación de lo humano, creo que es inconsistente con los principios básicos de la propia teoría evolucionista, y muy chovinista. Animo al alumnado a que exprese su parecer en tan apasionado tema. Gracias Pepe por tu trabajo.
Amelia