El sistema nervioso es propio de seres vivos que se desplazan por un entorno físico con el que interactúan, y está constituido por dos clases de células: las neuronas y las glías.
Las neuronas se componen de dendritas (arborización en griego), soma ( o cuerpo, donde se ubica el núcleo celular), y axón (o cilindroeje) que es la prolongación mediante la cual cada neurona transmite información a las que conectan con ella mediante sinapsis (contacto, unión, en griego). Las sinapsis permiten la comunicación bioeléctrica y bioquímica de las neuronas (neurotransmisores).
La naturaleza química de dicha comunicación explica que el funcionamiento del cerebro se vea afectado por sustancias exógenas como el alcohol, y otros tóxicos (drogas psicotrópicas, estupefacientes, estimulantes, ansiolíticos, barbitúricos, etc.), y por la circulación de sustancias endógenas: endorfinas, adrenalina, glucocorticoides...
Las células gliales ('glia', cemento en griego) cumplen un papel de sostén y nutrición, pero también facilitan la comunicación neuronal.
Las neuronas son de diversas formas, funciones y tamaños (los axones neuronales pueden llegar a medir varios metros en grandes mamíferos).
En la actualidad se considera que el cerebro contiene áreas especializadas para el movimiento, la memoria, la visión, pero para cada actividad se requiere la activación y coordinación de varias partes. Por otra parte, se ha descubierto que la actividad del cerebro no cesa mientras vive. Cuando no hacemos nada está activa una "red neuronal por defecto" que prepara el cerebro para la actividad consciente. De hecho, una parte importante de su actividad global (entre el 60 y el 80 %) se desarrolla en circuitos sin relación con acontecimientos externos, es lo que se ha dado en llamar "la energía oscura del cerebro", o actividad intrínseca, que disminuye cuando el cerebro se centro o atiende a una novedad externa.
El aprendizaje y la memoria no son procesos puntuales que ocurren en un lugar del cerebro, sino estados funcionales para los que se requiere la participación de numerosas estructuras nerviosas y la correcta activación temporal de ellas. Por eso el aprendizaje depende del estado motivacional y emocional del individuo, de su grado de atención, de sus conocimientos y habilidades previas...
Las emociones no ocurren en el corazón, sino que tienen su base física en antiguas estructuras cerebrales del cerebro: sistema límbico y amigdala.
La corteza cerebral es la parte más evolucionada del cerebro y el lugar donde se realiza el análisis preciso y final de la información sensorial, así como la elaboración de las órdenes motoras que hacen posible interaccionar con el mismo.
Parece que la actividad más compleja del cerebro, pensar, es el resultado de la actividad nerviosa conjunta de muchas áreas funcionando en un determinado orden temporal y espacial.
Que sepamos, el cerebro humano es el órgano más complejo surgido de la naturaleza. Dentro de la corteza cerebral humana, en su parte prefontral, se ubica la capacidad de predecir nuestras acciones, así como la de medir las consecuencias de nuestros actos.
Nuestras decisiones y acciones modifican nuestro cerebro mientras vivimos. Por medio del aprendizaje podrían aumentar el número de sinapsis entre dos neuronas, igual que se han encontrado expansiones de ciertas áreas motoras correspondientes al control de los dedos en virtuosos pianistas. El pensamiento estructurado y complejo sólo se adquiere tras el proceso de maduración completo del sistema nervioso. Las conexiones de la corteza son las que manifiestan mayor plasticidad, mientras que las estructuras subcorticales se mantienen más constantes a lo largo de la vida.
Fue Alcmeón de Crotona (hacia el V a.C.), un médico que se suele asociar a las enseñanzas de Pitágoras, el primero en darse cuenta de que "lo que gobierna está en el cerebro", hasta entonces se situaba el centro hegemónico en el corazón o el hígado. Platón seguirá sus intuiciones. También fue Alcmeón el primero en anotar la gran diferencia entre lo que puede hacer el cerebro humano y lo que puede hacer el cerebro del resto de los animales: "el ser humano se diferencia de los otros animales sólo porque comprende; los otros, en cambio, sienten pero no comprenden, de modo que el entender y el entir son distintos".
Textos para el comentario
El filósofo Paul Ricoeur reflexiona en los siguientes textos sobre las relaciones de la mismidad (aquello que no cambia del yo) con la ipseidad (aquello que sí cambia) con el cerebro como una parte muy singular del cuerpo...
"El cerebro difiere de muchas partes del cuerpo, y de todo el cuerpo en cuanto experiencia total, en cuanto que está desprovisto de cualqueir estatuto fenomenológico y, por tanto, del rasgo de pertenencia mía. Tengo una relación vivencial con mis miembros en cuanto órganos de movimiento (la mano) o de percepción (el ojo), de emoción (el corazón) o de expresión (la voz). No tengo ninguna relación vivencial con mi cerebro. En realidad, la expresión 'mi cerebro' no significa nada, al menos directamente: absolutamente hablando, hay un cerebro en mi cráneo, pero no lo siento. Sólo mediante el rodeo global por mi cuerpo, en cuanto que mi cuerpo es también un cuerpo y que el cerebro está contenido en este cuerpo, puedo decir: mi cerebro. El carácter desconcertante de esta expresión se halla reforzado por el hecho de que el cerebro no entra en la categoría de objetos percibidios a distancia del propio cuerpo. Su proximidad en mi cabeza le confiere el carácter extraño de interioridad no vivida"
En la misma obra, Paul Ricoeur critica el sueño tecnológico de un cerebro pensante independiente, o de una persona reducida a cerebro:
"Según el sueño tecnológico, el cerebro es considerado como el equivalente sustituible de la persona. El cerebro es el punto de aplicación de la alta tecnología. En las experiencias de bisección, de trasplante, de reduplicación, de teletransporte, el cerebro representa el ser humano en cuanto manipulable. De este sueño tecnológico, ilustrado por las manipulaciones cerebrales, se hace solidario el tratamiento impersonal de la identidad, en el plano conceptual. En este sentido, podemos decir que las variaciones imaginativas de la ciencia ficción son variaciones realtivas a la mismidad, mientras que las de la ficción literaria son relativas a la ipseidad, o más exactamente a la ipseidad en su relación dialéctica con la mismidad...
La identidad ética requiere una persona responsable de sus actos. Precisamente en relación con esta capacidad de imputación, se puede afirmar que las manipulaciones cerebrales atentan contra la identidad personal y, por tanto, violan un derecho, el de la persona en su integridad física". Soi-même comme un autre, París, 1990.
Bibliografía
- Afnès Gruart i Massó. "¿Por qué es el cerebro humano tan bueno para aprender y pensar?" pg. 195ss. En El Ser Humano, Córdoba 2008. Biblioteca BenRosch de divulgación científica y tecnológica.
- Los Filósofos presocráticos I. Gredos, Madrid, 1978 (ed. Conrado Eggers Lan y Victoria E. Juliá).
- Paul Ricoeur. Sí mismo como otro. Madrid, 1996. Quinto estudio: "La identidad personal y la identidad narrativa".
- Marcus E. Raichle. "La red neuronal por defecto". Investigación y Ciencia, mayo 2010, pgs. 20ss.
No hay comentarios:
Publicar un comentario