La palabra “disertación”
significa razonamiento detenido y metódico sobre alguna materia, El verbo "disertar" procede del latín dissertare (discutir, exponer razonadamente), de disserere (exponer, discursear) compuesto del prefijo dis- (por distintas vías) y serere (entretejer, entrelazar, encadenar). La raíz indoeuropea que generó serere dio también las voces "sermón" y "sermonear".
La disertación (escrita u oral) es un género filosófico emparentado con la técnica o arte retórica que usa herramientas verbales de persuasión y comunicación.
La filosofía es un saber
racional. Dar razones es explicar y argumentar. La argumentación forma parte de
cualquier método científico. Uno argumenta para defender una opinión, una
tesis, discutir un problema, analizar un asunto sobre el que caben diferentes
posiciones, o para oponerse a un punto de vista, particular o común, y criticar
así la opinión ajena, caso de una disertación polémica. En cualquier caso, las razones que se dan, o sea, la
argumentación desempeña un papel fundamental.
Estrategias argumentativas
La argumentación deductiva es concluyente si tiene una
forma correcta. Así, “si todos los planetas carecen de luz propia y Tierra es
un planeta, entonces Tierra carece de luz propia”. Pero la mayoría de las
veces, en filosofía como en otras ciencias, nos tenemos que conformar con
argumentos probables, llamados
también dialécticos porque resultan discutibles,
objetables.
I. RECURSOS DIALÉCTICOS
1. El ejemplo.
“Cuando se enfrentan dos
culturas, la que tiene una tecnología superior subordina o absorbe a la que la
tiene inferior, como fue el caso de la
cultura española y la amerindia” (en cursiva el ejemplo).
Téngase en cuenta:
- El ejemplo procede por inducción (de lo particular a lo
general). Un solo ejemplo no prueba una afirmación general. Cuantos más
ejemplos confirmen lo aseverado en una proposición, más creíble será y mayor
será su fuerza persuasiva ante un auditorio. Así, el hecho de que hayamos
contado mil cuervos negros parece confirmar la tesis de que todos los cuervos
son negros. Sin embargo, no hemos contado a todos los cuervos del mundo,
siempre podrá suceder que en una cima remota del Himalaya nazca uno albino… Tal
sería el caso de un contraejemplo que
echaría por tierra nuestra tesis "todos los cuervos son negros".
- Lo mejor es que nuestros
ejemplos se refieran a clases o conjuntos de hechos, en lugar de a sujetos
individuales. El hecho de que los andaluces seamos ruidosos confirma el hecho
de que los españoles lo son, mejor que el ejemplo de que Luis, que es andaluz y
por tanto español, es ruidoso.
- Los ejemplos deben ser
representativos. Un español educado en un país escandinavo no sería
representativo para afianzar la tesis anterior de que los españoles somos
ruidosos.
- Se debe tener en cuenta la
información de trasfondo. Que 50.000 encuestados están a favor de la pena de
muerte, no vale mucho si hemos encuestado a medio millón de personas.
- Hay que examinar si hay contraejemplos o ejemplos contrarios.
No debemos eludirlos. Si realmente invalidan nuestra afirmación tendremos que
abandonarla o demostrar que no la afectan.
- Los ejemplos ilustran nuestra
argumentación, así que el ejemplo se denomina ilustración cuando refuerza la adhesión a una regla aduciendo casos
particulares que esclarecen el
enunciado general.
- El buen ejemplo impresiona
vivamente la imaginación y atrae la atención.
2. La analogía
Un tipo de argumentación de gran interés
didáctico, retórico y dialéctico, es la analogía. Permite la traslación de
verdades inteligibles y abstractas al mundo representativo de la imaginación.
La fórmula general de la argumentación analógica es: A es a B, (C, etc.) lo que
X es a Y, (Z, etc.) El argumento analógico es una semejanza de relación, muy
próxima a la proporción matemática.
Los términos A y B... constituyen
el tema de la analogía; los términos
X, Y..., constituyen el foro de la
analogía.
A continuación ponemos un ejemplo
de analogía propio de la "antropología científica":
Tema: Cronología de la vida en la Tierra y aparición del ser
humano:
-Tierra: 4.650 millones de años
-Primeras formas de vida: 3.500
millones de años.
-Plantas: 2.000 millones
-Primeros organismos
multicelulares (animales): 1.000 millones.
-Plantas con flores y primeros vertebrados:
500 millones.
-Desaparición de los dinosaurios:
60 millones.
-Mamíferos: 200 millones.
-Australopitecinos (primeros
seres humanos): 4 ó 5 millones.
-homo sapiens: 300.000 años
Foro: El año de la vida
Supongamos que la historia de la
vida en la Tierra
ha cumplido un año. Estamos a media noche del 31 de Diciembre y el origen de la
vida ocurrió el 1 de Enero. Reduciendo a esta escala de medida la historia de
los seres vivos de nuestro planeta, los organismos multicelulares no aparecen
hasta el 15 de Septiembre, la colonización de la Tierra por las plantas y la
aparición de los vertebrados ocurre hacia el 10 de Noviembre. La radiación
evolutiva de los mamíferos tiene lugar el 24 de Diciembre. Los primeros
australopitecinos – primates bípedos capaces de construir instrumentos
primitivos- aparecen sobre la
Tierra el 31 de Diciembre a las dos de la tarde, y nuestra
especie (esa que se autotitula orgullosamente "homo sapiens") el 31
de Diciembre ¡a las 11 y cuarto de la noche! La revolución industrial ocupa en
dicha escala dos segundos del primer año de la vida.
F.J. Ayala. El origen del hombre, pgs. 126-127,
Madrid, 1980.
Esta famosa analogía permite imaginar y
a la vez comprender la modernidad de nuestra especie, así como la
extraordinaria brevedad y rapidez de su emergencia evolutiva, en comparación
con el tiempo de la vida, o con el tiempo geológico...
3. La autoridad
Nuestras tesis quedan reforzadas
si mostramos que han sido sostenidas por los clásicos o por instituciones de
prestigio.
“Como dijo Aristóteles contra la teoría política de su maestro
Platón, es preferible ser sobrino a hijo natural en la república platónica,
pues en ella todos los niños son educados por el Estado y no por sus padres”.
La cita es un caso simplificado de argumento de autoridad.
4. Las causas
“Aquellos lodos trajeron estos
polvos; el despilfarro y el derroche ha dejado a España sin recursos porque
todos gastaban por encima de lo que producían y ahora no pueden pagar sus
deudas”.
- Hay que mostrar cómo de la causa
citada se sigue nuestra afirmación. Podríamos sostener que la causa del
empobrecimiento del lenguaje son los programas de televisión de poca calidad,
pero también podría argumentarse que los programas de poca calidad responden a
los gustos de gente ignorante.
- Casi siempre son muchas y
complejas las causas que provocan determinado efecto, por ejemplo el aumento o
disminución del número de divorcios. Hay que escoger la más probable y
compatible con los hechos conocidos. Ej.: “los divorcios han disminuido por la
crisis económica, porque divorciarse es caro”.
- El hecho de que dos sucesos se
den juntos no significa que uno sea la causa del otro, pues los dos pueden ser
a su vez efectos de un tercero. Si padezco retortijones y colitis, eso no
quiere decir que la diarrea sea efecto de los retortijones, ambos fastidios
pueden ser efecto de una intoxicación alimentaria.
5. Evitar falacias
Al argumentar dialécticamente es
fácil caer en una falacia, o sea en un argumento que parece bueno pero que carece
de fuerza lógica. La autoridad, por ejemplo, puede usarse falazmente si
argumentamos que la tecnología de un servidor de mensajería inmediata es mejor
que otro porque lo recomienda Messi, que será un “mago” del fútbol pero no de la telemática (falacia ad verecundiam).
Hay falacias de dos tipos: formales,
como esta llamada “falacia del condicional”:
(A →
B) & B ⇒ A (?)
Son formas deductivas
incorrectas. Del hecho de que sea verdadera una proposición condicional como
“si llueve la tierra se moja” (en símbolos “A → B”) y sea también verdadera "el suelo está mojado" (B) no se deduce necesariamente
que haya llovido (A), pues el suelo podría estar mojado por otras
causas o razones.
Otro ejemplo muy frecuente de
falacia formal la generalización
arbitraria. Por ejemplo, del hecho de que la mayoría de las avispas vuelen
no se sigue que todas lo hagan, existe una familia de avispas, los mutílidos cuyas
hembras carecen de alas.
Aquí nos interesan
las falacias no formales que pueden
ser de muchas clases y tienen nombres latinos. Las más frecuentes:
Ad hominem: cuando negamos
fiabilidad a una proposición por el sujeto que la formula. “Lo que dices es
falso porque eres un mentiroso”
Ad baculum: Recurso a la fuerza o a las amenazas
más o menos veladas. “Debes estudiar porque, si no, te quedarás sin salir y el
viernes y el sábado estarás castigado en casa”.
Ad populum: Apelación a los
sentimientos. “No debemos sancionar a fulanito por haber escupido a una
profesora, ¡pobrecillo, su padre es alcohólico y lo maltrata!”.
Ad ignorantiam: Se afirma que
algo es falso porque no se ha podido demostrar que es verdadero. “No existen
los extraterrestres porque nadie los ha visto”.
6. Entimemas y Tópicos
a) El entimema es un razonamiento
conciso y sintético, cuyas premisas son «verosímiles» y no necesariamente verdaderas.
Es un silogismo al que suele faltar una premisa, precisamente la más importante,
bien por evitar el tedio en el auditorio, bien para sustraerla del examen
crítico del oyente dando por supuesta la relación. Ej.: «También tú puedes
equivocarte, pues eres un ser humano». Se sobreentiende que todos los seres
humanos se equivocan (errare est humanum).
Muchas veces «la
evidencia» de la premisa omitida es más que discutible: «Venceremos porque
somos los más fuertes»; «Alonso es un ladrón, porque es malvado»; «el producto Y es el mejor porque sus Ingredientes
tienen tales y tales efectos...». Muchos de los razonamientos o argumentaciones
que aducen los propagandistas políticos o publicistas para que votemos a
determinado candidato o consumamos un artículo anunciado tienen la forma de
entimemas o pueden ser reconstruidos como tales: «Si quieres gozar de la vida,
compra el coche X, es el más rápido» (el argumento da por supuesto que la velocidad hace la
felicidad).
Las premisas de los
silogismos dialécticos y retóricos se extraen de los tópicos, esto es, “lugares comunes” a todas las ciencias o propios
de una disciplina.
b) Los tópicos:
Son ideas generales
vinculadas a formas de pensar generalizadas y prejuicios de la opinión pública.
Forman parte del «sentido común», están asociados a la filosofía popular, como
apotegmas y refranes, o vinculados a la memoria colectiva.
Aristóteles los
analizó en la técnica de la argumentación dialéctica. Perelman en su Tratado de la argumentación (1989) sostiene
que «los lugares comunes constituyen un arsenal imprescindible [de premisas] al
que forzosamente deberá acudir el que quiera persuadir a otros». El filósofo
Gadamer afirma que la vieja tópica es
el arte de encontrar argumentos y contribuye a la formación de un sentido para
lo convincente que no puede ser sustituido por la ciencia: el sentido común (sensus communis) que se nutre de lo
verosímil y funda la comunidad (Verdad y
Método).
Lugares de la cantidad: «una cosa vale
más que otra por razones cuantitativas». “Vaca grande ande o no ande”. Esta
premisa está sobreentendida cuando se aducen «razones estadísticas».
Sirve de
contraargumento general o como objeción a los argumentos basados en premisas
estadísticas el caso de la
Isla Barataria , cuyos habitantes son 10; cinco, que son
ricos, se comen un pollo al día; los otros cinco, ninguno; estadísticamente
resulta que cada uno se come medio pollo al día... Por eso se ha dicho que hay
mentiras, mentirijillas ¡y estadísticas!
Es útil, razonable,
democrático e inevitable apelar a lo que piensan las personas normales, la
mayoría, o a lo que es de «sentido común» como premisa de argumentaciones
racionales. A lo cual se podrán siempre contraponer objeciones de carácter
filosófico o «aristocrático»: “El ‘sentido común’ es el menos común de todos los sentidos”, “la masa
es la gran desalmada” (Ortega), etc.
Lugares de la cualidad: Se oponen a los
anteriores en sus formulaciones más brillantes: 'Omnia praeclara rara', «lo
malo abunda», “lo único es incomparable”, “la unidad es lo verdadero”: “muchos
dioses son falsos dioses”. Lo único es original, distinto, digno de atención y
por ello -paradójicamente- complace también a la muchedumbre.
Asociados a estos
tópicos generales están los tópicos literarios de «lo efímero», «la fragilidad de
la rosa como símbolo de la belleza», etc.
Lugares del orden: Conciernen a la
superioridad de lo anterior sobre lo posterior, de la causa sobre el efecto, de
la ley sobre el hecho, de la precedencia como señal de respeto, etc. Ej.: “si
la inteligencia ha creado el lenguaje, entonces la inteligencia es superior al
lenguaje” (J. A. Marina).
Lugares de la existencia: Proponen la
preeminencia de lo real sobre lo posible, de lo actual sobre lo virtual, de lo
tangible (que se puede tocar) sobre lo inteligible (que se puede comprender); y
pueden ir, bien desde la trivialidad del proverbio «más vale pájaro en mano...» o «no
hay más cera que la que arde» y la razonable preferencia por un resultado
observable antes que por un proyecto que no está en marcha, bien hasta la
justificación filosófica del empirismo: “nada hay en el intelecto que no haya
pasado antes por los sentidos” del peripatético Estratón de Lampsaco..
Lugares de la esencia: Por tal se
entiende el reconocimiento de un individuo como modelo que reúne todas las
características del tipo que representa, ej.: Marylin Monroe como «sex-simbol»,
el Superman de la pantalla y del comic, y así sucesivamente. En el siguiente
ejemplo se combinan un entimema ‘ad verecundiam’, cuya premisa mayor
(presupuesta) hace de una “famosa” modelo de buen gusto: “Isabel Preysler
invita a sus amigos a bombones F, ergo los bombones F son expresión del buen
gusto”.
Lugares de la persona: La dignidad del
mérito, la personalidad y la autosuficiencia. Aristóteles: «Lo que no puede obtenerse
del exterior ha de preferirse a lo que podemos procurarnos del exterior».
La guerra o disputa entre los sexos como lugar retórico.
Se ha dicho que sólo cobra relevancia en periodos históricos de seguridad y paz
social; en efecto, las amenazas exteriores unen fácil e íntimamente a los
miembros de cualquier especie viviente, con independencia de su sexo.
Los tópicos
sexistas, a un paso de los prejuicios, exageran las diferencias sexuales
extendiéndolas a otros aspectos fisiológicos o mentales: diferencias generales
de capacidad o asignación de roles, además del diferente papel que la
naturaleza asigna a uno y otro sexo en la procreación y la crianza (alimentación
maternal). Se dice que las mujeres conducen peor que los varones (cosa que
dista mucho de ser cierta), que puestas a ser malas, son «mejores» que los “hombres”,
esto es, más refinadas y retorcidas en el odio, la venganza, etc. O se les
atribuye más intuición («sexto sentido») y menos capacidad abstracta. Por el
contrario, ellas suelen insistir en el egoísmo de los varones y su exacerbado
interés por el sexo genital, «todos los hombres quieren lo mismo», «se
conforman con una escoba con faldas», etc.
En conclusión, la historia de las
ideas reconoce a los tópicos un valor explicativo y hermenéutico
(interpretativo) de las áreas conceptuales y los modelos culturales de los
distintos periodos históricos, porque reflejan los prejuicios relacionados con
los códigos culturales de cada época, o sus obsesiones. Antonio Machado afirmaba que los tópicos hay que olvidarlos, ¡pero después de haberlos pensado!
7. Argumentos casi lógicos
La etimología,
como descubrimiento del «sentido verdadero» (étymos) de las palabras. Ej.: “La palabra ‘lógica’ viene del griego lógos, que significa razón, palabra y
ley, así pues, la lógica estudia las leyes del discurso racional”.
La
comparación. Ortega dijo que «es el instrumento ineludible de la
comprensión». Se dice que las comparaciones entre personas o Individuos “son
odiosas”. Tal vez; pero también inevitables. Son odiosas porque desdeñan la
diferencia y unicidad del ser personal. Son inevitables porque la idea de
elección siempre implica comparación.
Razonamientos
a contrario: «Si la salud es un bien, la enfermedad es un mal»; «es bueno
ser moderados, porque ser inmoderados es perjudicial».
Este razonamiento,
junto con los tres siguientes, son descritos por Aristóteles como «entimemas
reales» por oposición a los «aparentes».
Razonamientos por relaciones recíprocas:
«si para vosotros no es deshonroso venderlos, tampoco para nosotros será
deshonroso comprarlos» (v. Aristóteles. Retórica, 1397ª).
Argumentos
por la relación proporcional entre los términos: «Si a los muchachos de
gran estatura se les considera hombres, habrá que decretar que los hombres
pequeños son niños...». En este caso la argumentación parece pedir luego una reducción al absurdo: «es el caso que
resulta absurdo considerar la madurez de un hombre por su estatura, luego....».
Razonamiento por lo más y lo menos apropiado:
«Si ni siquiera los dioses saben todas las cosas, con mucha más dificultad las
sabrán los hombres»; «si el hurto es un delito, con más razón lo será el
pillaje», etc. El tópico lógico (real) que justifica estos argumentos es el
siguiente: Si no se puede atribuir un predicado o cualidad a la cosa a la que
le es más propio, es evidente que no puede atribuírsele a aquella para la que
es menos apropiado. Evidentemente, se sobreentiende que el saber le corresponde
en mayor proporción a los dioses que a los hombres, o el delito con más razón
al pillaje que al hurto.
El razonamiento por hipótesis o la suposición
('locus a fictione'). Este tipo de argumentación tiene una extraordinaria
importancia científica y de él nos ocuparemos en otra ocasión.
El dilema: También conocido
por San Jerónimo como “argumento cornuto”. Los «cuernos» del dilema son las dos
alternativas que se ofrecen en el razonamiento; la elección de cualquiera de
ellas conduce siempre al mismo resultado. Si las alternativas son más de dos se
hablará de trilema, tetralema, etc.
El ejemplo clásico
es el dilema que se atribuye a Córax, legendario primer maestro de retórica.
Tisias, su discípulo, rehúsa ante los jueces pagar al maestro arguyendo lo
siguiente: Que Corax había prometido enseñarle el arte de persuadir a
cualquiera, y si le ha enseñado verdaderamente, entonces debe aceptar que el
discípulo le convenza de no pretender una compensación económica por su
trabajo; y si no le ha enseñado su arte, entonces no merece cobrar por el
mismo. Córax, más zorro todavía, replica con otro dilema: Si Tisias consigue
convencerle, entonces es que ha mantenido su promesa y debe pagarle; y si no
consigue convencer a su adversario, también debe pagar como perdedor del
juicio. El cuento tiene su moraleja: al parecer, los jueces exclamaron: «A tal
cuervo (kórax, significa en griego
«cuervo»), tal cría» (argumento basado en le etimología).
Un dilema
igualmente famoso y válido es el de Hugo Grocio para demostrar que la tortura
no permite descubrir la verdad: O el torturado es lo bastante fuerte para
soportar los tormentos, y, en este caso, dirá lo que quiera, o es débil y se
deja vencer, y entonces dirá incluso falsedades con tal de que cese el dolor.
El siguiente dilema
está extraído de la filosofía popular, omite la conclusión y está elaborado
mediante hipótesis y preguntas retóricas: «Si la vida es alegre, ¿por qué
entristecerla?; y si es triste, ¿por qué no alegrarla?». Por último, en su
novela Ciudadano de la galaxia
(1957), Robert A. Heinlein atribuye a su personaje Baslim el Lisiado la
siguiente argumentación: A un hombre sabio no se le puede insultar, dado que la
verdad no puede ofender y la mentira no es digna de ser tenida en cuenta.
II. LA DISERTACIÓN
FILOSÓFICA
1. Preparación
a) Escoja un tema
preciso, no muy general y original, que tenga que ver con la materia o
asignatura en que disertará (literatura, antropología, filosofía, psicología,
sociología, ética…). Pongamos que escoge el valor de los sueños recurrentes.
Puede empezar su disertación explicando al público por qué le interesa este
tema…
b) Explore la
cuestión. Busque información y lea sobre ella. Entreviste a personas
autorizadas. Contraste distintos puntos de vista sobre el asunto (dos o tres).
Analice la fuerza de los argumentos. Puede usted referir a la tesis freudiana
de que los sueños son liberaciones de la libido (energía sexual), y a la tesis
de Jung de que pueden ser advertencias del inconsciente, o a la de F. Crick
quien afirma que las representaciones oníricas son el modo en que la memoria
elimina su basura…
c) Defina la propia
postura y los argumentos que la apoyan.
d) Refute los
argumentos en contra, pero sea modesto. Usted no domina por completo el tema ni
maneja toda la información al respecto (hoy es imposible por muy especializado
que el tema sea).
e) Use un lenguaje
académicamente adecuado o apropiado para el público al que se dirige, libre de
vulgaridades y tacos. Aunque algún casticismo o expresión llana suele caer
bien.
f) Sea breve, claro
y preciso. Si introduce un término técnico (“super-yo” en Freud, por ejemplo)
explique su significado.
2. Partes
a) Introducción o presentación (exordio,
proemio, preámbulo).
Se precisa la importancia del tema y el planteamiento del
problema así como el método que se ha seguido para estudiarlo. Se explica por
qué tiene interés para el público. Puede adelantarse la tesis que se defenderá.
Es interesante que se incluya alguna afectación de modestia para predisponer al
público en nuestro favor.
b) Desarrollo
- Exposición de la
historia del problema o tema, las distintas posturas, la fuerza de los
diferentes argumentos, o su debilidad.
- Explicación de la
postura propia. Por qué se piensa así. Posibles argumentos en contra y
refutación de los mismos.
Algunas recomendaciones:
“No digas lo que no puedes probar”, “no digas lo que crees que es falso”,
“informa de todo aquello que sea necesario, pero no más de lo necesario”, “no
tomes al lector ni por demasiado listo ni por demasiado tonto”, “sé
pertinente”.
Un atentado a esta
última regla de la pertinencia es la digresión,
el “irse por las ramas”, el salirse provisionalmente del asunto con el fin de
tratar aspectos secundarios o colaterales del tema. No obstante, la digresión
es frecuente y puede ser interesante para el público, pero hay que pedir
disculpas por ella (“si se me permite la digresión…”) y volver al argumento
principal de manera adecuada, sin asperezas. Incluso repitiendo lo que habíamos
dicho para que el auditorio recupere el hilo.
- En la retórica
forense el núcleo de la disertación debía determinar las siguientes circunstancias: el qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué.
c) Conclusión
- Recapitulación, epítome o
breve resumen de lo dicho. Un buen resumen debe recoger el asunto (el quid de lo dicho), el tema o género del
asunto, la intención (enseñar, conmover, deleitar), la perspectiva o punto de
vista y el argumento o razón principal.
- Consecuencias
teóricas o prácticas de la postura defendida.
- Final. Como
colofón puede usarse alguna frase impactante que impresione al público.
Normalmente el disertante muestra su predisposición, real o simulada, al diálogo y a responder a posibles objeciones que el público le formule: “Y ahora, con mucho gusto, atenderé a sus preguntas...”.
Ejercicios
1. Argumente a favor de la siguiente tesis: ‘Labor
improbus omnia vincit’ (Con trabajo tenaz todo se alcanza).
2. Contraste un buen argumento basado en la
autoridad y una falacia ad verecundiam.
Ponga ejemplos.
3. Escriba una breve disertación sobre la amistad
(un folio) que incluya una digresión.
4. Busque eslóganes publicitarios que
jueguen con la paradoja de la unicidad propuesta como modelo a la multitud: «Porque
tú eres distinto y tienes personalidad, cómprate ese par de botas que vendemos
a todo el mundo...»
5. «Lo posmoderno» es un tópico de
nuestra época. Determine otros. Descubra en la prensa diaria alguna
argumentación que se base en un tópico.
6. Busque información sobre el mito de
«Pandora». ¿Cómo expresa el tópico de la curiosidad femenina?
7. Busque información sobre la distinción
aristotélica secundum quid/ simpliciter.
8. ¿Cuál es la premisa sobreentendida en el razonamiento
de los contrarios, en el de las relaciones recíprocas o en el de la relación
proporcional entre los términos?
9. ¿Cuál fue el argumento de Tisias para oponerse a
pagarle a Córax por sus lecciones de retórica? ¿Y el de Córax?
10. ¿Son válidos los dilemas de Córax y Tisias?, ¿sí?,
¿no?, ¿por qué?
11. Esfuércese por inventar un dilema. Analice el
siguiente de San Agustín (Del libre albedrío II): «Si hay algo más excelente
eso será precisamente Dios, y si no lo hay, la
misma verdad es Dios. Haya, pues, o no haya algo más excelente, no podrás negar
que Dios existe, que es la cuestión que nos habíamos propuesto tratar y
discutir».
12. ¿Cuál es la diferencia entre deducir e inducir?
13. ¿Cuál es la conclusión del dilema: «Si la vida
es...».
14. ¿Qué opinas del argumento de Baslim el Lisiado?,
¿no hay verdades que ofenden y falsedades que merecen ser tenidas en cuenta y
que influyen en nuestras vidas y en la historia?
15. Compárese el argumento por relación proporcional entre los términos con la analogía. ¿En qué se diferencian?
Texto para comentar
"Cuando doy una conferencia, subo al estrado tras haberme aprendido de carrerilla todo el texto, de unos treinta o cuarenta minutos, en inglés. Y es que es imposible conectar con el público si uno se limita a leer, punto por punto, lo que lleva escrito. Hay que elegir palabras fonéticamente fáciles de comprender e incorporar también alguna que otra gracia para que el público se relaje. Tengo que intentar transmitir hábilmente a mis interlocutores los rasgos de mi propio carácter. Para que me escuchen, tengo que lograr ponerlos de mi lado, siquiera sea temporalmente. Y, para ello, ensayo una y otra vez mi dicción. Es laborioso. Pero tiene el atractivo de que me enfrento a algo nuevo".
Haruki Murakami. De qué hablo cuando hablo de correr. Cinco.
(Círculo de Lectores, 2007)
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