Algunos han visto en la Internet una estructura análoga a la
del sistema nervioso. En cierta medida, la Red parece funcionar resolviendo el
problema de unificación de la sociedad humana, propiciando la realización
del sueño liberal de una verdadera comunidad cosmopolita. Si la geometría funcional de
las neuronas engendra la mente, ¿podrían en el futuro las mentes de las
personas, como puntos nodales de la
Red, generar o convertirse en una mente colectiva?
Sin duda, la Red y el cerebro humano son cosas muy
diferentes. El cerebro es algo viviente
y la Red no lo es, aunque hable decenas de idiomas.
¿Puede algo no
biológico tener mente? No es impensable. Durante mucho tiempo se pensó que
sólo las aves –o en todo caso los murciélagos y los insectos- podrían volar? Se
creía que volar era una propiedad biológica. Pero hoy sabemos que el vuelo no
es una propiedad exclusiva de ciertos seres vivos. Ahí están las alas delta,
las naves espaciales y los drones para demostrarlo. Tampoco la comunicación es
una propiedad exclusiva de los vivientes. Como se sabe desde los estudios del zoólogo Karl R. von Frisch, las abejas se informan unas a otras de la cantidad y
localización del alimento mediante una danza que efectúan en la puerta de la colmena. Pues bien, recientemente, hemos
creado con un microchip una abeja artificial que efectúa la danza, se comunica
con otras abejas “biológicas” y vuela con ellas en busca de comida.