viernes, 10 de mayo de 2024

ABDUCCIÓN

 


Charles S. Peirce (1839-1914), pionero del pragmatismo y de los estudios de Semiótica (Semiología), ha sido considerado el mayor pensador usamericano de todos los tiempos por sus aportes a la lógica de relaciones y a la filosofía del lenguaje y eso a pesar de que fue poco conocido y apreciado durante su vida, pero William James y Dewey reconocieron su deuda con Peirce. Desde su muerte ha crecido el interés por su obra. Copleston lo tiene por un "filósofo para filósofos". Con un sólido conocimiento del realismo escolástico de Duns Scoto y del criticismo de Kant, anticipó el llamado "giro lingüístico" de la filosofía del siglo XX. 

A las dos formas canónicas de razonamiento reglado: Deducción e Inducción, añadió una tercera: Hipótesis o Abducción. Para Peirce, toda deducción del tipo BARBARA (modo  perfecto de la primera figura aristotélica) consiste en la aplicación de una regla: "El trigo es alimento, todo alimento es nutritivo, luego el trigo es nutritivo". Por su parte, la Inducción invierte el razonamiento deductivo. Peirce da el siguiente ejemplo: "Caso: Estas judías son de esa bolsa; Resultado: Estas judías son rojas; Regla: Todas las judías de esa bolsa son rojas".

El razonamiento deductivo es considerado por Peirce analítico y explicativo, mientras que el razonamiento inductivo es sintético y ampliativo. Lo que se dice en la conclusión de una Inducción no estaba en las premisas, salvo en el caso de que se trate de una Inducción completa en la que se escrutan todos los casos de un conjunto cerrado: "El lunes tiene 24 horas, el martes tiene 24 horas..., el domingo tiene 24 horas, luego todos los días de la semana tienen 24 horas". Sólo en estos casos podemos considerar la inducción como segura; en el resto, que son la mayoría, la Inducción sólo nos ofrece una conclusión probable, cuya probabilidad es dependiente del número de casos contrastados. El argumento inductivo tiene un carácter estadístico, parte de la hipótesis de que lo que es verdadero de un número determinado de miembros de una clase, es vedadero de todos los miembros de esa clase.

Se suele citar como ejemplo de la inducción la llamada "paradoja de los cuervos": por muchos que veamos negros, nunca los testaremos a todos, y por consiguiente no podremos deducir con absoluta seguridad la proposición universal "todos los cuervos son negros". De hecho se han observado casos de albinismo entre estas inteligentes aves. Muchas inducciones incompletas nos llevan a generalizaciones arbitrarias. Por eso se ha dicho 'Exceptio probat regulam', que no significa que la excepción confirme la regla, sino que la pone a prueba e incluso la confuta.

  


A la Deducción y a la Inducción, añade Peirce un tipo de razonamiento predicativo o creativo al que llama primero Hipótesis y luego Abducción:

Regla: Todas las judías de esa bolsa son blancas.
Resultado: Estas judías son blancas.
Caso: Estas judías provienen de esa bolsa.

Formulamos hipótesis derivada de los hechos observados y se deduce lo que ocurriría si la hipótesis fuera cierta. Luego puede comprobarse la predicción. El fin es el de poder explicar observaciones que pueden ser muy diversas. Peirce ilustra su exposición con ejemplos de las ciencias naturales (de la presencia de fósiles marinos en un determinado lugar inferimos que antes allí hubo un mar) y de las ciencias humanas (de los documentos que hacen referencia a Napoleón inferimos que Napoleón existió), y con una experiencia personal que Jaime Nubiola recoge en su artículo "La abducción y la lógica de la sorpresa" (1):

"En una ocasión desembarqué en un puerto de una provincia turca; y, al acercarme a la casa que tenía que visitar, me topé con un hombre a caballo, rodeado de otros cuatro jinetes que sostenían un dosel sobre su cabeza. Como el gobernador de la provincia era el único personaje de quien podía pensar que fuera tan honrado, inferí que era él. Esto era una hipótesis” (Collected Papers 2.625, 1878).

La abducción infiere un caso a partir de una regla general y de un resultado. La inferencia hipotética o abducción no tiene carácter necesario, sino como la inducción, probable. Es también un razonamiento sintético y ampliativo. Se trata de un razonamiento plausible (aplaudible, persuasivo), conjetural, de carácter intuitivo. El Peirce maduro habla también de "retroducción" o razonamiento hacia atrás y llegó a decir que la cuestión de Pragmatismo filosófico es la cuestión de la lógica de la abducción que llega a parangonar con una adivinación (guessing), con una suposición o conjetura (a fair guess).

Para el filósofo norteamericano, la abducción está asociada a la creatividad científica, pues ni la Inducción ni la Deducción añaden nada nuevo a la percepción. La Abducción resulta inexplicable mediante el cálculo de probabilidades y -de ahí su relevancia- asoma al principio de toda investigación, puesto que es la hipótesis la que apunta a donde hay que mirar.


Advertencias 

Respecto a las hipótesis o abducciones, Peirce hace algunas nos avisa: Hay que precaverse -igual que en la inducción- respecto al supuesto de la uniformidad de la naturaleza, aunque en la naturaleza se dan uniformidades. Es frecuente errar creyendo que las cosas que se asemejan entre sí en algunos aspectos tienen que parecerse en otros. Con el fin de que las construcciones de hipótesis conductan a resultado probables, hay que cumplir estas reglas:

1. La hipótesis ha de expresarse como cuestión a discutir.
2. No hemos de escoger un procedimiento -de entre todos los posibles- para el que se prevé la validez de la hipótesis.
3. Los fracasos tanto como los éxitos de las previsiones deben reseñarse honradamente. El procedimiento certero debe ser franco e imparcial.

Lógica de la sorpresa

¿Por qué abducimos? ¿De dónde brota la hipótesis? El detonante según Peirce de cualquier genuina investigación es la sorpresa que nace de la ruptura de un hábito, de la quiebra de una expectativa. El fenómeno sorprendente requiere una racionalización que haga desaparecer la anomalía mediante la creación de un nuevo hábito mental. Nos sorprende tanto la regularidad inesperada como la rotura de la regularidad esperada. Ciencia y filosofía nacieron en efecto, según el testimonio de las grandes escuelas atenienses de la sorpresa. Platón habla de admiración, Aristóteles de perplejidad y extrañeza.

Se observa un hecho sorprendente S; pero si A fuera verdadero, S sería una cosa corriente. Luego hay razones para sospechar que A es verdadero (v. Peirce. Lecciones sobre pragmatismo, 1903). A partir de la sorpresa trabaja la imaginación, que, como en Kant, adquiere así un valor trascendental (pues hace posible el conocimiento). Las historias de detectives y de los diagnósticos clínicos suelen ofrecer abundantes ejemplos de dicha intuición (insight) abductiva o hipotética. Podría hablarse de una iluminación repentina. En muchos casos, desde luego, nuestras intuiciones fallan, nuestras conjeturas se vienen abajo como un castillo de naipes, pero frecuentemente nos orientan, ¿por qué?

Se cita "il lume naturale" (Galileo), el guessing instinct, el instinto racional que nos permite adivinar las leyes de la naturaleza, pues la creatividad nos ha sido prestada porque se da una connaturalidad de la mente y del universo. Por eso, la razón de la eficacia de nuestra creatividad científica y de nuestras abducciones la encuentra Peirce en Dios, al que también asciende (Dios-hipótesis) mediante una abducción... Diré que no se trata de la "abducción" que analizan o conjeturan ufólogos y demás amigos de lo paranormal. La Abducción de Peirce es un salto de la razón y por ello un argumento lógico.

No deja de ser curioso este vínculo sorprendente entre racionalidad y teísmo (o mejor, tal vez sólo deísmo), aunque Peirce estuvo muy influido por la profunda religiosidad de su padre. Se adhirió a la iglesia Episcopaliana en 1862, versión usamericana del anglicismo. Su posición no era ni convencional ni ortodoxa, pero la idea de Dios está presente en su pensamiento y jamás consideró a la ciencia en contradicción con el teísmo. Ciencia y religiosidad se apoyan en una continuidad de instinto, sentimiento y razón. La hipótesis de Dios nos atrae y se convierte en creencia y guía de conducta. Por otra parte, Peirce daba una dimensón religiosa a la investigación científica y habla del descubrimiento como de un "familiarizarse con Dios".

Peirce llegó a la filosofía desde la matemática y la ciencia, y hasta cierto punto su metafísica original, a la que no nos hemos referido aquí, es prolongación o extensión de su reflexión sobre la idea científica del mundo. En un momento determinado insinúa que la cuestión de si realmente existe un Dios es la cuestión de si la ciencia física es algo objetivo o simplemente una construcción ficticia.


Notas

(1) Publicado en Razón y Palabra. Primera Revista Electrónica en América Latina Especializada en Tópicos de Comunicación, nº 21, marzo, 2001, México, http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n21/21_jnubiola.html y en Anales de la AcademiaNacional de Ciencias de Buenos Aires, XXXIV (2000), 543-560

Otra bibliografía (virtual) consultada: Charles Peirce: Deducción, Inducción e Hipótesis (1878), traducción y notas de Jua Martín Ruiz-Werner (1970). UNAV.

F. Copleston. Historia de la Filosofía, Vol. 8, Cap. XIV, Ariel 1982.


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